Jurassic World: Rebirth revive la magia con dinosaurios, ADN y Spielberg en el alma

La nueva entrega de la saga reconecta con su esencia original mediante una mezcla audaz de acción, ciencia y nostalgia

Jurassic World: Rebirth no es solo una nueva película de dinosaurios. Es, en muchos sentidos, un regreso a casa. Luego de varias entregas que parecían repetir la misma fórmula de humanos corriendo por su vida en la oscuridad mientras un T-Rex gritaba de fondo, esta nueva producción sopla aire fresco en una franquicia icónica que lo necesitaba urgentemente. Bajo la dirección de Gareth Edwards (“Godzilla”) y con guion del veterano David Koepp —guionista del “Jurassic Park” original de 1993—, este filme no solo entusiasma: emociona.

El ADN Spielbergiano está de vuelta

Desde los primeros fotogramas es evidente que “Rebirth” busca recobrar esa emoción infantil que provocó la primera película cuando vimos por primera vez un braquiosaurio alzando su cuello frente a Alan Grant. “Hay asombro y temor real”, como diría el mismísimo Sam Neill. Y gran parte de esto se debe al regreso de Koepp al guion, quien entendió desde el inicio que los dinosaurios no solo debían dar miedo —debían maravillarnos.

A diferencia de las últimas dos películas, que jugaron con premisas demasiado fantasiosas (locustas gigantes, biogenética conspirativa, dino-caballitos de carreras y una niña clonada), esta entrega apuesta por una trama más contenida y emocional —aunque no menos impresionante—: un grupo de mercenarios es contratado para extraer ADN de tres especies colosales para un proyecto médico privadamente financiado.

Un robo de ADN a gran escala

Scarlett Johansson y Mahershala Ali lideran al equipo. Interpretan a dos especialistas en seguridad y extracción que son contratados por ParkerGenix, una empresa farmacéutica con fines poco claros. ¿La misión? Recuperar ADN vivo de tres especies del Cretácico: el Quetzalcoatlus (volador), el Mosasaurus (acuático) y el Titanosaurus (terrestre), para crear una supuesta cura milagrosa para enfermedades cardiovasculares.

¿Ciencia real? No demasiado. ¿Lógica? Algo tenue. Pero como bien dice Ian Malcolm: “Tus científicos estaban tan preocupados si podían hacerlo, que nunca se detuvieron a pensar si debían”. Lo importante es que esta premisa da pie a una trilogía de aventuras dentro de una sola película, cada una centrada en uno de estos majestuosos monstruos, y cada una filmada con una gracia cinematográfica que ya no veíamos desde la dirección de Spielberg.

Una isla en ruinas, un hogar para colosos

La historia se ambienta cinco años después de “Jurassic World: Dominion”. Los dinosaurios ya no fascinan a la sociedad. Han migrado al ecuador para sobrevivir al cambio climático, y la icónica isla —el sitio original del Jurassic Park— ha quedado en ruinas. Pero ese ambiente abandonado sirve como la perfecta cápsula del tiempo para rendir homenaje a los orígenes.

Hay una secuencia particularmente destacada en la que se desciende un acantilado de 500 metros con solo sogas y antorchas. Cada plano es visualmente impresionante: dinosaurios descansando como elefantes prehistóricos, siluetas contra el crepúsculo tailandés, reflejos en los manglares. El filme fue grabado en Tailandia y ojalá las autoridades aprovechen estos paisajes tan cinematográficos para relanzar su turismo (sin T-Rex, claro).

Homenajes, humor y humanidad

Una familia —padre, dos hijas y un novio sospechoso— naufraga cerca de la isla y se ve arrastrada a la acción. Este grupo aporta un toque humano y humorístico (que no siempre funciona), pero permite una conexión emocional con el espectador que va más allá del suspenso. Además, el museo paleontológico nos regala a un carismático experto interpretado por Jonathan Bailey.

El filme está repleto de homenajes a clásicos del cine: un plano sutil a “Jaws”, referencias a “Indiana Jones”, luces azules que dicen “ET”, y una escena que recuerda directamente al legendario enfrentamiento en la cocina de los Raptors, pero esta vez en una tienda de conveniencia. Detalles que convierten al filme no solo en entretenimiento, sino en un canto de amor al cine de aventuras.

El diseño de criaturas como elemento narrativo

Los dinosaurios de esta entrega no solo impresionan — tienen presencia. Un T-Rex durmiendo junto al río. Titanosaurios que entrelazan sus largos cuellos como si fueran amantes milenarios. Un momento particularmente lírico ocurre mientras suena la icónica música de John Williams, algo que el director Edwards utiliza con sutileza y reverencia.

Y ojo al bonus: la instalación original en la isla esconde criaturas experimentales, llamados “engendros genéticos alterados”, entre ellos una abominación de 9 toneladas con cabeza asimétrica y un rugido que congela la sangre. ¿Fan de los monstruos mutantes? Aquí tienes el tuyo.

El factor dulce — literalmente

A lo largo de la película, hay un leitmotiv inesperado: los dulces. Desde un inocente envoltorio de Snickers en una escena inicial que desencadena un caos total, hasta un bebé dinosaurio alimentado con regaliz, e incluso las pastillas Altoids del villano. Esta constante funciona como hilo conector, humor insidioso y, sí, metáfora de la tentación humana frente al poder genético.

Un ritmo a la altura del legado

Edwards demuestra talento milimétrico para balancear acción, diálogo y tensión. Lejos de una secuencia ininterrumpida de persecuciones CGI como en sus predecesoras, deja que el suspenso crezca lentamente. Casi sentimos el crujido de las ramas antes de que el rugido sacuda la pantalla. Los personajes se desarrollan, respiran entre las explosiones. Esto es cine.

¿Renacimiento o última esperanza?

“Jurassic World: Rebirth” se estrena con una calificación PG-13 por escenas intensas, violencia, lenguaje y referencias de drogas. Tiene una duración de 133 minutos que no se sienten. Si alguna vez pensaste que la saga había agotado su ADN, esta película prueba lo contrario. Y sí, hasta hay dino-huevos.

Como diría Alan Grant al ver un dinosaurio por primera vez: “Dios mío...”.

“Jurassic World: Rebirth” es, contra todo pronóstico, la película que la saga necesitaba.

★★★★☆ (3.5/4 estrellas)

Estreno: Miércoles, solo en cines.
Duración: 133 minutos.
Clasificación: PG-13

Este artículo fue redactado con información de Associated Press