La leña que flota: cómo un pueblo en Alaska convierte troncos del Yukón en sostenibilidad

En Galena, la recolección de madera a la deriva no es solo una tradición: es una estrategia climática, económica y cultural que transforma vidas y conecta a una comunidad entera con la naturaleza

Galena, Alaska. Mientras el hielo del río Yukón se desmorona con la llegada del verano, un hombre se mantiene atento en la orilla. Jake Pogrebinsky, con un cigarrillo enrollado a mano, escanea el agua en busca de un buen tronco que flote corriente abajo. Cuando lo encuentra, acelera su lancha y se lanza a la tarea de capturarlo, como lo ha hecho desde que tiene memoria.

Esta escena no es excepcional. En Galena, un remoto pueblo en el corazón de Alaska, la recolección de madera flotante es parte de la vida, el sustento y ahora, de la acción climática. Este artículo es una mezcla de Análisis y Opinión, un recorrido por un modelo de sostenibilidad local que podría tener eco más allá de la tundra ártica.

Tradición milenaria revivida

Durante milenios, comunidades indígenas de todo el mundo —desde el Amazonas hasta Siberia— han aprovechado los ríos no solo como fuente de agua y alimento, sino también como proveedores de materiales. La madera que cae naturalmente en los ríos y viaja con la corriente, conocida como madera a la deriva, se convertía en leña, viviendas, herramientas o embarcaciones.

Hoy, en Galena, esta práctica ancestral ha sido actualizada con una intención: apostar por un futuro más limpio, económico y resiliente. "Provee empleos, reduce costos y te conecta con el entorno", dice Brooke Sanderson, administradora tribal de la Tribu Louden.

Autosuficiencia energética en un ecosistema extremo

La dependencia del diésel —costoso y contaminante— ha sido un dolor de cabeza constante para las comunidades rurales de Alaska. Transportar combustible vía aérea o fluvial puede costar el doble o triple que en zonas urbanas. Hasta hace poco, Galena no era la excepción.

Hoy, partes de la comunidad funcionan con energía proveniente de astillas de madera local, recolectadas y procesadas en un sistema de calefacción que alimenta una escuela residencial. A esto se suma un innovador proyecto de granja solar que busca reducir aún más la necesidad de combustibles fósiles.

Pero el proyecto estrella de 2024 fue el establecimiento de un aserradero comunitario operado por Pogrebinsky. Allí, los troncos rescatados del Yukón se transforman en madera de construcción y revestimientos para viviendas energéticamente eficientes.

Beneficios múltiples de un solo recurso

  • Ahorro económico: evitar el costo del diésel para calefacción.
  • Trabajo local: desde la recolección hasta el aserrado, todo es hecho por habitantes del lugar.
  • Preservación cultural: la práctica une generaciones en una misión común.
  • Impacto ambiental menor: utilizar recursos locales reduce la huella de carbono y protege el ecosistema.

"La calidad del material que llega flotando por el río es altísima", dice Pogrebinsky. "Y ya viene sin corteza ni ramas. Es como si la naturaleza hiciera la mitad del trabajo por ti".

¿Es sostenible extraer madera flotante?

Más allá del entusiasmo local, algunos científicos ponen la lupa sobre el impacto ecológico de eliminar esta madera de los ríos. Enda Murphy, experta en ingeniería civil de la Universidad de Columbia Británica, explica que demasiada madera acumulada puede obstruir ecosistemas acuáticos: disminuir oxígeno, alterar corrientes, afectar la flora ribereña.

No obstante, en pequeñas cantidades y con gestión comunitaria, la práctica puede tener incluso beneficios ambientales: dispersión de semillas, hábitat temporal para peces y aves, y limpieza natural del cauce.

Una economía circular indígena

En palabras de Sanderson, "Estamos reciclando lo que el río nos da". Y en dicho proceso, se genera una economía propia: madera se convierte en casas, ramas en leña, astillas en calefacción... todo sin importar ni exportar materiales.

Este modelo se basa en los tres pilares de la sostenibilidad:

  1. Ambiental: baja emisión de carbono y uso de materiales renovables.
  2. Social: fortalecimiento del tejido comunitario y recuperación de prácticas tradicionales.
  3. Económico: independencia energética y generación de empleos locales.

Del Yukón al mundo

La historia de Pogrebinsky —quien además es pescador y forjador— se cruza con la identidad misma de Galena. Su día transcurre entre el río, el motor de su bote y su aserradero. Cuando se le pregunta por qué sigue recolectando troncos a sus 59 años, mira al horizonte y dice: "Porque me hace feliz, porque tiene sentido".

Ese sentido podría replicarse, de alguna manera, en otras comunidades rurales del mundo. El mensaje detrás de los esfuerzos de Galena es claro: la sostenibilidad empieza con los recursos cercanos, con las manos propias y con la voluntad colectiva.

Pogrebinsky sigue remando, con su café en mano, mientras el Yukón le ofrece una nueva pieza flotante. No es solo un tronco: es electricidad, calor, pared o techo. Es también, sobre todo, una forma de resistencia cultural inteligente y sustentable.

“Queremos que más personas hagan esto. Que vean su valor. Que experimenten lo que yo he vivido año tras año sobre estas aguas”, concluye el hombre del Yukón mientras arrastra otro tronco hacia la orilla.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press