Estonia en el punto de mira: ¿Una nueva guerra encubierta impulsada por Rusia?

El reciente ataque incendiario vinculado a los servicios secretos rusos revela una peligrosa campaña de sabotaje en Europa del Este

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Una inquietante realidad sacude a Europa del Este nuevamente. Esta vez, las alarmas se encendieron en Estonia, donde un tribunal condenó a dos ciudadanos moldavos por actos de sabotaje cometidos por encargo de la inteligencia militar rusa (GRU). El objetivo, según las autoridades: socavar la estabilidad del país báltico y sembrar el miedo en una población que vive bajo la sombra de un Kremlin que no duda en actuar desde las sombras.

Un fuego que revela mucho más que humo

El Harju County Court de Estonia dictó sentencia esta semana contra dos primos moldavos, ambos llamados Ivan Chihaial. Uno de ellos recibió una pena de prisión de 6 años y medio por ejecutar el ataque contra un restaurante y un supermercado, mientras que el otro fue condenado a 2 años y medio como cómplice.

Según información del tribunal, el primer Ivan fue reclutado por el GRU, los servicios de inteligencia militar de Rusia, para llevar a cabo acciones de sabotaje dentro de Estonia. En enero de 2024, realizó un ataque de prueba prendiendo fuego a un supermercado en Osula, al sureste del país. Solo un día después, recibió la orden de incendiar el restaurante Slava Ukraina en la capital, Tallin. Después del ataque, ambos abandonaron el país.

Estonia: el bastión báltico bajo fuego híbrido

Este incidente no es un caso aislado. Desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, Estonia ha sido víctima de una ola continua de ciberataques, vigilancia encubierta y actos de intimidación directa. Ventanas de automóviles pertenecientes a políticos y periodistas han sido destrozadas y se han registrado múltiples intentos de sabotaje a infraestructuras nacionales.

Para algunos analistas, esto representa un ejemplo más del concepto moderno de “guerra híbrida”, que combina ataques cibernéticos, desinformación, sabotajes y presión política para desestabilizar democracias europeas.

“El uso de ciudadanos moldavos demuestra que los servicios secretos rusos están teniendo dificultades para reclutar operativos locales dentro de Estonia”, señaló el Servicio de Seguridad Interna estonio en un comunicado.

El papel desempeñado por Moldavia y la diáspora rusa

El hecho de que los atacantes fueran moldavos ha levantado interrogantes sobre el uso de ciudadanos de terceros países para eludir la creciente vigilancia de los estados bálticos. Estonia, Letonia y Lituania han fortalecido significativamente sus capacidades de inteligencia desde la invasión de Ucrania, incrementando la cooperación con aliados de la OTAN y la Unión Europea.

Además, se observa una estrategia de “negación plausible” por parte de Moscú, que siempre niega implicaciones directas en estos actos, permitiendo que, incluso cuando sus operativos son capturados, el Kremlin pueda desentenderse de las consecuencias diplomáticas.

Un patrón que se repite por toda Europa

El caso de Estonia no es único. En los últimos dos años, se han reportado incidentes similares en Alemania, Polonia, Lituania y el Reino Unido. Desde intentos de sabotaje a infraestructuras energéticas, hasta intentos de espionaje e incluso planes para colocar explosivos en aviones de carga.

  • En Alemania, agentes rusos intentaron bloquear automóviles diplomáticos rellenando sus tubos de escape con espuma de expansión.
  • En el Reino Unido, se descubrió una red de espías que cumplían tareas logísticas y de monitoreo para el GRU. Todos fueron condenados por espionaje.
  • En Polonia, se evitó recientemente un ataque contra la base ferroviaria que conecta con la asistencia militar enviada a Ucrania.

“Rusia busca desestabilizar el frente interno europeo y, de paso, minar el apoyo popular a Ucrania sembrando miedo y desconfianza”, comentó Mark Galeotti, experto en seguridad rusa y autor de “We Need to Talk About Putin”.

El Kremlin lo niega todo

Como ha sido costumbre en este tipo de operaciones, Dmitry Peskov, portavoz oficial del Kremlin, negó categóricamente cualquier participación rusa en los ataques. “Nunca se nos han mostrado pruebas. Rechazamos por completo cualquier alegación”, dijo en una breve declaración ante periodistas internacionales.

Sin embargo, los servicios de inteligencia europeos tienen claro que estas acciones son parte de una estrategia estructurada que Rusia ha desplegado para influir directa e indirectamente en sus vecinos. A pesar de los desmentidos, las operaciones encubiertas en Estonia se suman a decenas de otros episodios documentados por agencias occidentales.

Estonia reacciona: una pequeña nación con voz firme

Estonia, miembro de la OTAN desde 2004, ha sido uno de los países más activos en apoyar abiertamente a Ucrania y denunciar los crímenes de guerra rusos. Su valentía ha convertido al pequeño estado báltico en una piedra en el zapato para el Kremlin. Lejos de intimidarse, el gobierno estonio ha aumentado la vigilancia de redes rusas dentro de sus fronteras y ha acelerado la cooperación en materia de defensa con aliados como Estados Unidos, Francia y el Reino Unido.

En mayo de 2024, el Parlamento estonio aprobó una ley que permite establecer vigilancia digital ampliada sobre ciudadanos con vínculos sospechosos con potencias hostiles. También se creó una unidad especial dentro del Ministerio del Interior para investigaciones sobre sabotaje híbrido.

Símbolos incendiados, pero resistencia férrea

El restaurante atacado en Tallin se llamaba Slava Ukraina, un nombre poco al azar. Se trata de un lugar frecuentado por la comunidad ucraniana en Tallin, símbolo de la fuerte hermandad que Estonia ha formado con el pueblo ucraniano. Incendiar ese lugar es un intento claro de intimidar, un mensaje dirigido no solo a Estonia sino a todo Occidente.

Sin embargo, el mensaje ha sido contraproducente. En los días posteriores al ataque, miles de personas marcharon por Tallin con banderas de Estonia y Ucrania, coreando nuevamente “Slava Ukraini”. Una muestra más de que el miedo, lejos de triunfar, ha generado cohesión.

Vigilancia internacional coordinada

Es notable que esta célula fue detenida gracias a la cooperación entre las autoridades de Estonia, Letonia, Lituania, Polonia e Italia. Los atacantes lograron huir momentáneamente del país, pero fueron capturados en Italia gracias a una orden de arresto internacional. Posteriormente, fueron extraditados a Estonia para enfrentar el juicio.

Estos esfuerzos refuerzan las redes de vigilancia europeas, poniendo de manifiesto que la amenaza rusa transcurre en múltiples niveles, pero también que Occidente está comenzando a responden con coordinación y determinación.

El futuro: entre seguridad y soberanía

La comunidad internacional debe tomar nota y actuar con celeridad. Estonia representa el laboratorio donde Rusia pone a prueba su versión moderna de la guerra: ambigua, encubierta pero letal. La protección no solo debe venir desde medidas defensivas, sino de una inversión fuerte y continuada en inteligencia, cooperación interestatal e inversión en infraestructura crítica.

Porque si hay algo que este episodio demuestra es que la paz de Europa pende de algo más sutil que los tanques en la frontera. A veces, basta con un encendedor y una botella de gasolina para iniciar un conflicto mayor.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press