Restricciones a las vacunas contra el COVID-19 en EE. UU.: ¿Decisión científica o política ideológica?
La nueva política del FDA bajo la dirección de Prasad y Kennedy reduce la elegibilidad a vacunas de Novavax y Moderna, generando preocupaciones entre científicos, médicos y defensores de la salud pública.
Una nueva era de vacunación en EE. UU.
Una reciente decisión dividida y llena de controversia ha sacudido a la comunidad científica y médica en Estados Unidos. El Dr. Vinay Prasad, nuevo jefe del centro de vacunas de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), ha impuesto restricciones significativas a dos vacunas contra el COVID-19 aprobadas: la nueva versión de Moderna y la fórmula de Novavax.
Estas decisiones, tomadas en contra de las recomendaciones de los científicos de carrera de la agencia, marcan un giro inesperado en la política de vacunación federal y reflejan el creciente peso de posturas ideológicas en las decisiones relacionadas con la salud pública.
¿Quién es Vinay Prasad y por qué es relevante?
El Dr. Prasad es un antiguo académico especializado en terapias contra el cáncer que ganó notoriedad durante la pandemia por sus críticas a medidas de salud pública como el uso extensivo de mascarillas, cierres escolares y las vacunas de refuerzo para poblaciones saludables. Su nombramiento en mayo de 2025 como jefe del centro de vacunas de la FDA, tras la salida forzada del Dr. Peter Marks, fue interpretado por muchos como un símbolo de un cambio de paradigma en la política de salud estadounidense bajo la administración del secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr.
Kennedy es conocido como uno de los más prominentes activistas antivacunas del país, idea que choca frontalmente con el enfoque científico tradicional del FDA y los CDC.
Revisión científica vs. decisión administrativa
La controversia comenzó cuando los científicos del FDA recomendaron extender la aprobación de las nuevas vacunas de Moderna (mNexspike) y Novavax a todos los mayores de 12 años, dado su perfil de seguridad y efectividad. En el caso de Novavax, la aprobación se sustentaba en datos de un estudio con 30,000 adultos que demostraba una buena relación riesgo-beneficio del biológico.
Sin embargo, Prasad intervino directamente y revirtió la recomendación. Las vacunas ahora se limitarán a grupos considerados de alto riesgo: adultos mayores y personas con enfermedades preexistentes como asma, obesidad o inmunosupresión.
“Incluso los efectos adversos raros, tanto conocidos como desconocidos, ahora tienen una mayor posibilidad de superar los potenciales beneficios de la vacunación” — Dr. Vinay Prasad.
¿Caída en hospitalizaciones justifica la limitación?
Prasad argumentó que las tasas significativamente más bajas de mortalidad y hospitalizaciones por COVID-19 en 2024-2025 justifican una reevaluación del esquema de vacunación. Según datos de los CDC, entre el otoño de 2024 y la primavera de 2025, el virus causó entre 32,000 y 51,000 muertes y más de 250,000 hospitalizaciones en EE. UU., centradas mayoritariamente en mayores y niños menores de 2 años.
No obstante, expertos alertan que los datos no son insignificantes y que limitar las vacunas puede volver a aumentar la vulnerabilidad de miles de personas si surgen nuevas variantes más agresivas.
Myocarditis: el argumento controvertido
Uno de los puntos decisivos usados por Prasad para justificar las restricciones fue el riesgo de miocarditis, una inflamación del corazón vinculada en muy raros casos a las vacunas de ARN mensajero como las de Moderna y Pfizer.
La FDA ha agregado etiquetas de advertencia sobre este riesgo, aunque la mayoría de los casos se han resuelto rápidamente y sin consecuencias graves. Estudios también han demostrado que el riesgo de miocarditis es más alto tras una infección real de COVID-19 que tras la vacunación.
Incluso así, Prasad exigió que Moderna realice estudios adicionales como condición para la aprobación limitada de su nuevo refuerzo.
¿Vuelve la política a entrometerse en la ciencia?
Los críticos de la administración de Kennedy, incluyendo investigadores y asociaciones médicas, sostienen que estas decisiones responden a intereses ideológicos más que científicos. El respaldo de Kennedy a teorías conspirativas y su ferviente oposición a las vacunas han permeado la máquina administrativa federal.
“Estos cambios no tienen base científica sólida. Parecen centrar más en una narrativa antivacunas alimentada desde arriba”, advirtió un científico del propio FDA que solicitó anonimato.
Impacto en la percepción pública
La confianza del público en las vacunas ya presentaba fisuras. Según una encuesta del Pew Research Center de 2024, solo el 62% de los adultos estadounidenses consideran que las vacunas contra el COVID-19 son seguras, una caída significativa respecto al 78% en 2021.
Las restricciones pueden generar aún más incertidumbre entre padres, adultos jóvenes y minorías, los cuales ya muestran menores tasas de vacunación. Además, se teme que el modelo de restricciones aplicado a las vacunas del COVID sea extendido a otras enfermedades respiratorias como la gripe o el VRS (virus respiratorio sincitial).
¿Qué dicen los defensores de salud pública?
Audrey Morse Gasteier, directora ejecutiva del Massachusetts Health Connector, expresó su preocupación de que estas decisiones puedan motivar a las personas a no confiar más en el sistema. “Si la gente cree que la ayuda ya no está disponible, simplemente dejarán de buscarla”, afirmó.
Estas decisiones no sólo afectan la salud directa de millones de personas, sino también la economía, ya que trabajadores sin protección médica son más propensos a abandonar el mercado laboral o faltar al trabajo por enfermedades prevenibles.
Lo que se viene: dosis de refuerzo y futuro incierto
La administración actual ha iniciado la redacción de nuevas guías para limitar todas las futuras autorizaciones de dosis de refuerzo a personas de alto riesgo. Esto incluye desechar cualquier plan de vacunación masiva anual como se realiza con la gripe estacional.
Esto podría poner a EE. UU. en contradicción con la OMS y sus socios internacionales en salud, quienes promueven refuerzos regulares como mecanismo para evitar olas masivas de contagios y mutaciones virales.
¿Qué pasa con las vacunas actuales?
Las dos vacunas afectadas —la mNexspike de Moderna (una versión con menor dosis) y la Nuvaxovid de Novavax (basada en proteínas)— estarán disponibles solo bajo prescripción para adultos mayores y personas con comorbilidades.
Al momento, Pfizer no ha sido parte de esta nueva restricción, aunque se espera que también enfrenten revisiones adicionales antes de futuras renovaciones de su autorización de uso.
Reflexión final: ¿Puertas cerradas al acceso universal?
Aunque el COVID-19 ya no es una emergencia global, continúa siendo una amenaza cuyas consecuencias aún se sienten en hospitales, hogares y economías. Las decisiones administrativas, cuando reemplazan la ciencia por ideología, pueden generar costos a largo plazo que ninguna “eficiencia gubernamental” puede compensar.
La raíz del problema no es solo técnica, sino fundamental: ¿nos dirigimos hacia un modelo de salud pública segmentado y excluyente? ¿O lograremos preservar el acceso amplio a herramientas que han salvado millones de vidas?
Prasad y Kennedy apuestan por la segmentación. El tiempo y, lamentablemente, los números que vienen con nuevas olas, determinarán si esa apuesta fue sabia o fatal.