El infierno a la vuelta de la esquina: el creciente riesgo de incendios en comunidades de Hawái
Waianae, como Lahaina, vive bajo una amenaza permanente de incendios forestales; ¿qué se está haciendo al respecto?
Waianae, Hawái – En las verdes colinas de Oahu, donde las lluvias son escasas y el calor del verano transforma el paisaje en un mar de pasto seco e inflamable, la comunidad de Waianae observa con creciente preocupación. Podría parecer un paraíso tropical, pero la realidad es que se perfila cada día más como una trampa mortal en potencia, especialmente tras la devastadora experiencia vivida por la vecina Lahaina, en Maui, en 2023.
De paraíso a pesadilla
El verano del 2023 marcó un antes y un después para las islas hawaianas. Lahaina, otrora epicentro cultural y turístico en la isla de Maui, fue devorada por un incendio forestal que arrasó casi todo a su paso, provocando la muerte de 102 personas, convirtiéndolo en el fuego más letal en Estados Unidos en un siglo. De pronto, los habitantes del estado archipelágico comprendieron que no eran inmunes a la crisis de incendios forestales como los californianos o texanos: el paraíso también arde.
Waianae, situada en la costa oeste de Oahu, comparte muchas similitudes geográficas, climáticas y sociales con Lahaina: áreas secas, fuertes vientos, acceso limitado debido al estrechamiento natural del terreno y una red eléctrica obsoleta, con cables elevados que se balancean sobre postes de madera envejecidos. En otras palabras: ticking time bomb.
Un escenario repetible
“Puede ocurrirnos también”, advierte Calvin Endo, residente de Makaha Meadows desde 1980. Entre la maleza sobrecrecida que se acumula detrás de su casa y un historial de fuegos menores en la región, Endo ve todos los ingredientes para una catástrofe.
No es una cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo. Shermaih “Bulla” Iaea, bombero retirado local, lo resume con crudeza: “Existe un 100% de posibilidades de que pase aquí”. Su predicción no se basa en especulaciones alarmistas, sino en la experiencia de haber combatido incendios en la región —incluyendo uno que arrasó su propia granja durante un huracán en 2018.
Firewise: protección que tarda en llegar
El Programa Firewise USA, respaldado por el Servicio Forestal de EE.UU., fue ideado para ofrecer recursos educativos, planificación comunitaria, asesoramiento técnico y apoyo económico a vecindarios con riesgo de incendios. Tras el desastre de Lahaina, el número de comunidades en Hawái integradas al programa se duplicó de forma inmediata: de 17 a 35. Sin embargo, ninguna de ellas en Oahu Occidental. Una contradicción que genera perplejidad entre autoridades y residentes por igual.
“Solo porque difundamos la información no significa que llegue a las personas correctas”, dice Nani Barretto, codirectora de la Hawaii Wildfire Management Organization. En el caso de Maui, cuenta, “se necesitó una tragedia devastadora para que se sumaran al programa”.
La burocracia también quema
Emerger como comunidad Firewise no es tarea fácil. Se requiere conformar un comité local, hacer un análisis de riesgos, diseñar un plan de acción y dedicar horas de voluntariado en labores de prevención como eliminar vegetación seca o maleza. Todo un proceso logístico —y también emocional— para vecindarios que muchas veces luchan con pobreza, desempleo y falta de liderazgo comunitario.
“El problema no es falta de voluntad, sino de recursos y conocimientos”, apunta la concejala Andria Tupola, quien impulsa que Sea Country, un desarrollo habitacional de Makaha, se convierta en la primera comunidad Firewise de Waianae. El proceso empezó en 2018 pero solo cobró impulso después del incendio de Lahaina.
Educación preventiva: ¿más útil que Firewise?
No todos están convencidos de que certificarse como Firewise sea la mejor estrategia. Chris Muraoka, legislador local republicano, cree que la educación escolar sobre prevención de incendios tendría un impacto mayor. En su opinión, atender la causa del problema, como los incendios provocados por niños sin supervisión o por pirómanos, es más urgente que responder al fuego sin eliminar lo que lo alimenta.
Paradójicamente, mientras los adultos discuten cómo prevenir incendios a nivel estructural, muchos residentes ya toman medidas individuales. Endo, por ejemplo, intenta crear cortafuegos empíricos al retirar con sus propias manos la maleza de terrenos adyacentes —aunque sean terrenos privados y no su responsabilidad legal.
Ruta de escape: el ejemplo de emergencia de Lahaina sirve
Además del programa Firewise, otra medida derivada de la tragedia de Lahaina fue la discusión para habilitar una nueva ruta de evacuación en Waianae, a través del paso montañoso controlado por autoridades militares. Durante el incendio del 6 de julio de este año, las autoridades ya tenían prevista su apertura para evacuar residentes hacia el centro de Oahu.
Infraestructura deficiente y negligencia corporativa
Un aspecto común en estas comunidades es la obsolescencia de la infraestructura eléctrica. El tendido aéreo en postes de madera no solo es una reliquia sino una amenaza latente. Se cree que incendios como el de Lahaina, donde los cables colapsaron ante los vientos huracanados, fueron avivados por esta situación. Glen Kila, practicante cultural hawaiano, lo expresa sin paños fríos: “Si eso ocurre en Waianae, estamos acabados”.
El congresista Darius Kila ha reclamado, mediante una carta abierta, a empresas de telecomunicaciones y a Hawaiian Electric para que actúen de forma inmediata respecto a las líneas eléctricas deterioradas. Hasta la fecha, sin mayor respuesta pública.
La pobreza como barrera invisible
Waianae es una de las regiones más pobres del estado. Su proporción de nativos hawaianos —los más afectados históricamente por la colonización, desplazamientos y falta de inversión estatal— también es una de las más altas. Esta marginalización sistémica se traduce en menor preparación frente a los peligros climáticos. Aún hoy, no todas las comunidades tienen acceso a programas de prevención o redes de comunicación que alerten frente a emergencias.
“Parece normal que se incendie cada verano. Si no lo hace, algo está mal”, ironizó Muraoka. Irónicamente, esa resignación puede ser también un obstáculo más para prevenir la próxima tragedia.
Cenizas recientes
El incendio del 6 de julio pasado dejó una víctima fatal de 94 años. Aunque fue un suceso menor comparado con Lahaina, sirvió como recordatorio del peligro constante. Muchos piensan que fue suerte que no se convirtiera en otra noche olvidable. O el siguiente titular internacional.
Hoy Waianae está sonando las alarmas. Vecinos, bomberos, representantes del gobierno local e incluso miembros del ejército han comenzado a debatir de manera más activa cómo prevenir el peor escenario. Pero el calor aprieta. El viento sopla. El pasto ya está seco. Y la temporada de incendios apenas comienza.
“No hay que esperar a que se repita Lahaina”, resume Endo. “Hay que actuar. Ya”.