Amanda Anisimova y la derrota más valiente de Wimbledon

De una caída estrepitosa a una ovación emotiva: el viaje de redención de una tenista que volvió más fuerte

Una final dolorosa, pero llena de significado

El 12 de julio de 2025, Amanda Anisimova vivió uno de los momentos más difíciles y, paradójicamente, más emotivos de su carrera profesional. Fue derrotada de forma contundente por Iga Swiatek en la final de Wimbledon, con un marcador de 6-0, 6-0, en apenas 57 minutos. Pero el resultado en el marcador no reflejó la magnitud del viaje de Anisimova. Lo que ocurrió sobre el césped de la Centre Court transcendía lo deportivo: encarnaba una historia de redención, duelo superado, perseverancia y amor familiar.

¿Quién es Amanda Anisimova?

Amanda Anisimova, nacida en Nueva Jersey en 2001, comenzó a dejar huella en el tenis mundial desde muy joven. A los 17 años alcanzó la semifinal del Roland Garros en 2019, batiendo a figuras consagradas. Ese mismo año, sufrió un golpe devastador: la muerte repentina de su padre y entrenador, Konstantin Anisimov, a causa de un ataque cardíaco. Su mundo se desmoronó.

Su ascenso deportivo fue frenado por la tragedia personal y problemas físicos. Las expectativas que había sobre ella como uno de los talentos emergentes del tenis estadounidense se desvanecieron lentamente. Para 2023, el agotamiento mental y emocional la llevó a anunciar una pausa indefinida del circuito profesional.

Un regreso que nadie esperaba

En enero de 2024, Amanda reapareció, con ranking 189 y fuera de los grandes focos. Ni siquiera logró entrar en el cuadro principal de Wimbledon 2024 tras no superar la clasificación. Pero en 2025, todo cambió: su nivel creció semana tras semana hasta llegar, inesperadamente, a la gran final del torneo más prestigioso del tenis.

Entre sus hazañas para llegar a la final: eliminó a la número uno del mundo, Aryna Sabalenka, en semifinales. Un triunfo que confirmó que estaba de regreso. El destino quiso que su máximo hito profesional llegara con el ojo del mundo sobre ella, pero paradójicamente en el día más difícil deportiva y emocionalmente.

El duelo ante Swiatek: una paliza inesperada

Swiatek, la indiscutible reina del tenis actual, no tuvo compasión. Cada punto se convirtió en una lección táctica. Anisimova no pudo reaccionar. Los errores se acumulaban, y la desesperación se hizo evidente en su lenguaje corporal.

El marcador final fue inapelable: 6-0, 6-0. Fue la primera vez desde 1983 que una final femenina de Wimbledon terminaba sin que la jugadora perdedora ganara un solo juego. La última vez que esto ocurrió fue cuando Martina Navratilova venció a Andrea Jaeger en 6-0, 6-3. Pero aún ahí, Jaeger logró marcar presencia en el tanteo. Anisimova se une al lamentable grupo de quienes han sido “bicicleteados” en una final de Grand Slam.

Una ovación que cambió todo

Pero Wimbledon, cuna de la elegancia y la historia, sabía bien que lo de Amanda Anisimova iba mucho más allá del tenis. El público, lejos de burlarse o decepcionarse, interrumpió su discurso lloroso con una ovación conmovedora. Ella, entre lágrimas, se dirigió al corazón del asunto: su madre.

Mi mamá es la persona más desinteresada que conozco. Lo ha hecho todo para que yo esté en este punto de mi vida.

La emoción crecía cuando agradeció que haya roto con la “superstición” de volar para verla jugar (hasta entonces, cada vez que lo hacía, Amanda perdía). Y con humor, concluyó:

No es por eso que perdí hoy, lo aseguro.

Reviviendo el amor por el tenis

En el último año, Anisimova no solo recuperó su nivel tenístico, sino también su amor propio y su paz mental. Como ella misma dijo tras el partido:

Estoy orgullosa del trabajo que estoy haciendo, y eso es lo único que importa por ahora. Sé que hoy no fue suficiente, pero seguiré trabajando duro. Siempre creo en mí. Ojalá pueda volver algún día.

Además, rompió una racha histórica: se convirtió en apenas la segunda mujer en la Era Abierta (desde 1968) en llegar a una final de Grand Slam un año después de haber perdido en la clasificación. Un logro que ilustra su perseverancia.

Una inspiración para nuevas generaciones

Más allá del resultado deportivo, Amanda se convirtió en un símbolo. Su mensaje resuena en una generación de jóvenes atletas abrumados por las exigencias de la alta competencia. Desde el caso de Naomi Osaka hasta la confesión pública de Simone Biles, los últimos años han mostrado una puerta abierta a hablar de salud mental en el deporte. Amanda, al igual que estas estrellas, humaniza el fracaso, lo contextualiza y lo transforma en inspiración.

Iga Swiatek y el respeto a su rival

La ganadora del torneo, Iga Swiatek, no pasó por alto lo especial del momento. En sus palabras a Anisimova en la premiación, mostró empatía y sororidad:

No importa lo que pasó hoy, deberías estar muy orgullosa del trabajo que estás haciendo.

Swiatek sumó su quinto título de Grand Slam y continúa consolidándose como una de las grandes figuras del tenis moderno. Pero fue también una jugadora consciente de lo que significaba esa final para su rival.

Más allá del resultado

Amanda Anisimova se despidió de Wimbledon 2025 con el corazón roto pero erguido. El marcador fue cruel, pero su historia arrancó lágrimas, abrazos e inspiración. En ocasiones, la victoria no se mide en sets ganados, sino en el poder de conmover y darse otra oportunidad.

Más allá de la derrota, Amanda ganó otra cosa: el respeto de sus colegas, el amor del público y, lo más importante, una nueva fe en sí misma.

¿Qué viene ahora?

Con su ingreso al Top 10 mundial, Amanda volverá a tener entrada directa a los grandes torneos. Pero más allá del ranking, el desafío será mantener su equilibrio emocional. Su caso seguirá siendo observado con atención. Si logra mantener su progresión, podría ser una protagonista regular durante los próximos años.

Y quién sabe, tal vez en julio de 2026, Amanda vuelva a pisar Wimbledon, no como una víctima del destino, sino como una campeona renacida.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press