El complejo ajedrez de Medio Oriente: Irán, Yemen y una nueva Siria post-Assad

Mientras Irán exige garantías para volver a la mesa nuclear, Siria busca nuevos aliados y Yemen sigue desangrándose en su guerra interminable

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Irán: Entre ataques, enriquecimiento de uranio y la amenaza de proliferación

Irán vive uno de los momentos más delicados en cuanto a su política exterior y su seguridad nuclear. El ministro de Relaciones Exteriores, Abbas Araghchi, declaró recientemente que su país está dispuesto a reanudar las conversaciones sobre su programa nuclear con Estados Unidos, pero sólo si se garantiza que no volverán a producirse ataques a sus instalaciones.

El reclamo llega después de que Israel bombardeara por 12 días consecutivos distintas infraestructuras militares y nucleares en suelo iraní, y tras el ataque aéreo estadounidense del pasado 22 de junio. Como resultado, Irán suspendió su cooperación con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), lo cual condujo a la salida de inspectores del organismo del país persa. “Queremos negociar, pero bajo condiciones claras y seguras”, enfatizó Araghchi en un discurso frente a diplomáticos en Teherán.

El dilema del enriquecimiento de uranio

Uno de los puntos más polémicos es la insistencia de Irán en continuar el enriquecimiento de uranio en su territorio. Aunque oficialmente, los servicios de inteligencia estadounidenses y la AIEA afirman que Irán no ha tenido un programa organizado de armas nucleares desde 2003, la realidad es que el país ha estado enriqueciendo uranio al 60%, un nivel extremadamente cercano al grado bélico (90%).

Donald Trump, durante su presidencia, insistió en que esto debía detenerse, mientras que Israel considera estas acciones como una amenaza directa, de ahí su justificación para llevar a cabo bombardeos preventivos.

El propio presidente iraní, Masoud Pezeshkian, reconoció en una entrevista reciente que los daños a las instalaciones nucleares han sido tan severos, que las autoridades aún no han podido hacer una evaluación completa en el terreno. “Las consecuencias de los ataques han ido más allá de lo esperado”, añadió.

Siria: Un nuevo capítulo tras la caída de Bashar al-Assad

Mientras tanto, Siria inicia un nuevo capítulo en su historia. La caída de Bashar al-Assad a manos de las fuerzas opositoras lideradas por Ahmad al-Sharaa ha producido un reajuste en la geopolítica regional. En su primera visita oficial como presidente interino, Al-Sharaa fue recibido con honores por Ilham Aliyev en Bakú, marcando un punto de inflexión en las relaciones entre Azerbaiyán y Siria.

Aliyev se mostró esperanzado de que esta nueva etapa revitalice los lazos bilaterales que se habían deteriorado bajo el gobierno de Assad. Por su parte, Al-Sharaa agradeció el “apoyo fraternal” de Azerbaiyán y prometió fortalecer la cooperación, en particular en el sector energético.

Gas, reconstrucción e intereses geoestratégicos

Entre los proyectos acordados se encuentra la exportación de gas a Siria vía Turquía, así como la participación de Azerbaiyán en la reconstrucción de la infraestructura energética siria, devastada por años de conflicto. Lo interesante de esta colaboración es su potencial geoestratégico: Azerbaiyán, cercano a Israel y Turquía, podría convertirse en un mediador natural entre facciones históricamente opuestas en la zona.

De hecho, en abril, Bakú sirvió de escenario para conversaciones técnicas entre Turquía e Israel con el objetivo de establecer un mecanismo de desescalada en Siria. Un hito significativo, dado el historial de tensión entre ambos países en ese terreno.

Yemen: Donde la guerra no da tregua ni a los niños

En contraste con los movimientos diplomáticos de Irán y Siria, Yemen sigue siendo un teatro de tragedias cotidianas. En Taiz, al suroeste del país, cinco niños fallecieron cuando un artefacto explosivo detonó en una zona residencial mientras jugaban al fútbol. Testigos como Ahmed al-Sharee y Khaled al-Areki confirmaron que el origen del ataque parece estar en una caída de proyectil lanzado desde posiciones controladas por milicias aliadas al partido Islah.

El Centro Yemení para los Derechos Humanos, así como el grupo Ojo de Humanidad y la televisión Al-Masirah, controlada por los hutíes, denunciaron el hecho. Las imágenes incluidas en los reportes muestran las desgarradoras consecuencias del ataque: cuerpos destrozados y familiares en shock.

Una guerra sin fin y sin responsables claros

Taiz ha sido un punto caliente durante el conflicto, atrapada entre los hutíes —apoyados por Irán— y fuerzas vinculadas al partido Islah, aliado del gobierno reconocido internacionalmente y respaldado por Arabia Saudita. El resultado ha sido una ciudad asediada desde 2016, con serias restricciones al movimiento de bienes y personas.

La guerra en Yemen comenzó oficialmente en 2014, cuando los hutíes tomaron la capital, Saná. Desde entonces, una coalición liderada por Arabia Saudita intenta restaurar el gobierno, pero la intervención ha producido más fragmentación. En el sur, el Consejo de Transición del Sur (CTS), financiado por los Emiratos Árabes Unidos, también juega su propia partida, abogando por la secesión de esa zona y creando su propia milicia.

De acuerdo con datos de Naciones Unidas, más de 17 millones de yemeníes viven actualmente en situación de hambre, incluyendo un millón de niños. La guerra ha dejado más de 377.000 muertos, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de 2021, y el conflicto sigue sin una resolución a la vista.

Cuando los intereses se cruzan

En este intrincado mapa de conflicto y diplomacia, es evidente que ninguna de estas situaciones está aislada de las demás. Irán, más que una potencia regional, actúa como patrocinador de diversas fuerzas en Yemen y Siria. Azerbaiyán emerge, inesperadamente, como actor diplomático clave desde el mar Caspio, mientras que los Estados Unidos e Israel continúan involucrados de manera directa o indirecta.

El regreso de Siria al escenario internacional sin Bashar al-Assad abre puertas, pero también revela viejas heridas y nuevas complejidades. Irán busca garantías reales antes de negociar, y mientras tanto, los niños yemeníes, como los muertos olvidados de un tablero mayor, siguen pagando con su sangre.

“La paz en Medio Oriente no es sólo un tratado o una cumbre diplomática; es, sobre todo, la protección de la vida y dignidad de sus pueblos”, reza un proverbio árabe adaptado a la actualidad. Quizá sea el momento de que el mundo escuche.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press