Cuando la tragedia revela una crisis invisible: adultos mayores, ahogos fatales y centros asistenciales bajo la lupa

El incendio en un centro de asistencia en Massachusetts que cobró nueve vidas expone desafíos urgentes: riesgos invisibles como el atragantamiento y las condiciones de vida en instalaciones para personas mayores

Una tragedia que conmueve y revela realidades inquietantes

El reciente incendio en el centro de asistencia Gabriel House, ubicado en Fall River, Massachusetts, dejó nueve víctimas fatales y puso en el centro del debate público la situación de vida de miles de adultos mayores en Estados Unidos. Entre los fallecidos se encuentra Eleanor Willett, una mujer de 86 años cuya historia resume la de muchos ancianos que, por limitaciones económicas, deben conformarse con instalaciones lejos de ser ideales.

Además del desastre en sí, esta tragedia nos lleva a reflexionar sobre otro peligro silencioso que enfrenta esta población: el atragantamiento. Según datos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud, más de 4,100 personas mayores de 65 años mueren cada año por asfixia relacionada con atragantamiento. Esta cifra representa casi el 75% de todas las muertes por atragantamiento en EE.UU.

Gabriel House: entre la precariedad, la esperanza y el olvido

El edificio de Gabriel House fue inaugurado en 1999 y contaba con 100 unidades residenciales destinadas a adultos mayores que deseaban mantener algo de independencia, pero necesitaban supervisión. Sin embargo, testimonios de familiares de las víctimas y vecinos indican que el lugar presentaba condiciones preocupantes: altas temperaturas sin aire acondicionado, escasa presencia del personal y mobiliario anticuado.

La nieta de Willett, Holly Mallowes, recuerda cómo su abuela prefería gastar su dinero en el casino, más que en una residencia de lujo. “Ella decía: ‘No necesito mucho más que un techo donde dormir y un sitio para mi máquina de coser’”, relató. Aunque sus opciones eran limitadas, lo que Willett y muchos otros ancianos querían era dignidad. Dignidad que, según nuevas investigaciones, puede ser arrebatada incluso por un simple trozo de pan.

Un peligro cotidiano: el atragantamiento en personas mayores

Cuando un alimento u objeto extraño obstruye parcial o completamente la tráquea, se interrumpe el suministro de oxígeno al cerebro. Si un bloqueo total no se resuelve en cuatro minutos, se produce daño cerebral; después de seis u ocho minutos, la muerte es casi inevitable.

Los adultos mayores presentan una mayor probabilidad de sufrir estos episodios por varias razones:

  • Debilitamiento de los músculos que controlan la deglución
  • Disminución de la producción de saliva
  • Uso de dentaduras postizas
  • Enfermedades neurodegenerativas como Parkinson o Alzheimer

Cuando un héroe llega a tiempo… y cuando no

En 2019, el capitán David Palumbo del Departamento de Bomberos de Providence, Rhode Island, vivió su experiencia más aterradora cuando un anciano se atragantó con un pedazo de pan en un restaurante. Ni la maniobra de Heimlich ni la reanimación cardiopulmonar funcionaron. Solo cuando usó unas pinzas especiales llamadas Magill forceps logró extraer el trozo de pan y salvarle la vida.

Pero no todos los episodios de asfixia terminan con un final feliz. Muchos ocurren cuando la persona está sola en su apartamento o residencia, sin que nadie pueda intervenir en los segundos críticos.

La Heimlich, ¿suficiente para todos los casos?

La maniobra de Heimlich, desarrollada en 1974 por el Dr. Henry Heimlich, continúa siendo uno de los métodos más recomendados para resolver atragantamientos. Consiste en rodear a la persona por detrás y aplicar presiones rápidas y ascendentes en el abdomen bajo para forzar el aire en los pulmones a expulsar el objeto.

Según la Cruz Roja Americana, el protocolo actual establece intercalar cinco golpes en la espalda con cinco presiones abdominales.

Pero, ¿qué pasa si uno está solo? En esos casos, una persona puede autoadministrarse un Heimlich haciendo presión sobre una silla o una superficie sólida. Claro está, este método depende de la movilidad de la persona y de una ejecución precisa.

Soluciones innovadoras: ¿milagros o riesgosos experimentos?

En respuesta a esta problemática, múltiples compañías han diseñado dispositivos antiatragantamiento como LifeVac, Dechoker, SaveLix y VitalVac. Estos aparatos prometen salvar vidas mediante una técnica de succión que extrae el objeto obstructor. Visualmente, parecen una mezcla entre una máscara de resucitación y un desatascador.

Según Arthur Lih, fundador de LifeVac, el 80% de las muertes por atragantamiento ocurren en ausencia de alguien capacitado para actuar. “Los ancianos no pueden lanzarse sobre una silla como sugiere el Heimlich autodirigido”, insiste Lih.

La pregunta es: ¿realmente funcionan?

Lo que dice la ciencia (y lo que no)

Según el Dr. Nathan Charlton, profesor de medicina de emergencia en la Universidad de Virginia y asesor de la Cruz Roja, la evidencia sobre estos dispositivos aún es limitada. De hecho, la FDA ha emitido advertencias sobre algunos de ellos por lesiones en lengua, garganta e ineficacia en generar succión suficiente.

“Hay estudios de caso y pruebas con maniquíes, pero necesitamos ensayos controlados más amplios”, afirma el Dr. Cody Dunne, investigador de la Universidad de Calgary. Su propio estudio concluyó, contra lo pensado, que los golpes en la espalda podrían ser más eficaces que la maniobra de Heimlich.

Por otro lado, diversas ciudades en EE.UU. están probando estos dispositivos. En Acworth, Georgia, todos los patrulleros llevan LifeVac tras un caso exitoso en el que una agente salvó a una mujer mayor usando uno de estos dispositivos.

Gabriel House y la ausencia de protocolos básicos

Volviendo al caso de Fall River, los familiares expresaron algo más que tristeza: indignación. No solo por la tragedia, sino por lo que consideran una negligencia institucional. La sobrina de Richard Rochon, otra de las víctimas, denunció que raramente veía personal presente durante sus visitas: “parecía que nunca había aire, y nadie atendía al personal residente”.

En instalaciones mal equipadas y con poco personal, el riesgo de que un incidente menor derive en muerte es alarmante. Esto incluye atragantamientos, caídas o incendios.

Un llamado a la acción: ver a los adultos mayores como prioridad

El envejecimiento de la población es una realidad inminente. Para 2030, se espera que uno de cada cinco estadounidenses tenga más de 65 años, según la Oficina del Censo de EE.UU. Si no se mejoran las políticas de salud, asistencia y vivienda, las tragedias como las del Gabriel House serán cada vez más frecuentes.

Es necesario:

  • Incluir formación obligatoria sobre primeros auxilios para todo el personal de residencias
  • Equipar adecuadamente los centros de vida asistida con detectores de humo, piezas de ventilación y alarmas
  • Evaluar rigurosamente nuevos dispositivos médicos antes de su comercialización masiva
  • Fomentar la creación de programas de visita comunitaria para adulto mayores que viven en soledad

La historia tras cada nombre

Más allá de estadísticas, más allá de juicios y debates regulatorios, recordamos que cada víctima tenía un rostro, una historia. Kim Mackin, por ejemplo, fue una talentosa violista de Boston que estudió con beca completa en la Manhattan School of Music. Eleanor Willett dedicó su vida a su familia, rondando entre su costurera y las máquinas tragaperras. Richard Rochon sirvió como francotirador en el ejército y esperaba feliz las visitas de sus sobrinas.

Honremos su memoria no solo con flores, sino luchando por un sistema que no los olvide ni antes ni después.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press