Tragedia en Gabriel House: El incendio que expuso las fallas del sistema de vida asistida en EE.UU.

Un análisis sobre el desastre en Fall River, las deficiencias regulatorias y el estado crítico de los centros de atención a personas mayores en Estados Unidos

Un incendio devastador y muchas preguntas

El pasado domingo 13 de julio de 2025, un incendio arrasó el centro de vida asistida Gabriel House en Fall River, Massachusetts, causando la muerte de nueve personas e hiriendo al menos a treinta más. La escena fue dantesca: gritos desde las ventanas, residentes atrapados en los pisos superiores y un caos total en cuestión de minutos. Algunos fueron rescatados por escaleras, otros no tuvieron la misma suerte.

Este hecho ha estremecido al país no solo por su letalidad, sino por lo que revela: un fallido sistema de cuidado para adultos mayores regulado de manera laxa, con una supervisión insuficiente y estándares de seguridad cuestionables.

Un historial preocupante de negligencia

Gabriel House ya había sido objeto de una revisión estatal en octubre de 2023 por parte de la Oficina Ejecutiva de Asuntos de Personas Mayores de Massachusetts. Ese informe encontró siete fallas, cuatro de ellas repetidas, lo que indica una cultura institucional de incumplimiento. A pesar de esto, el lugar fue re-certificado hasta noviembre de 2025.

Las deficiencias incluyeron la falta de documentación adecuada en los planes de servicio, problemas en el manejo de medicamentos y 26 incidentes relacionados con la seguridad que no fueron reportados dentro del plazo de 24 horas que exige la ley entre 2022 y 2023.

Un sistema bajo presión: ¿quién cuida a los que cuidan?

Durante el incendio, se reportó que posiblemente solo dos o tres miembros del personal estaban en turno para un edificio de tres pisos con 70 residentes. Algunos sobrevivientes relataron que los empleados, lejos de ayudar, salieron corriendo sin brindar asistencia.

"Nos dejaron solos y se fueron corriendo al estacionamiento", denunció Lorraine Ferrara, una residente del centro.

Esto plantea interrogantes fundamentales: ¿cómo es posible que una instalación de este tipo no cuente con personal suficiente? ¿Qué capacitación tienen los trabajadores para enfrentar emergencias? ¿Existe una falta sistémica de regulación eficiente?

Las normas, los vacíos y la tragedia

La regulación estatal vigente no exige un número específico de empleados por residente. Simplemente establece que cada centro debe contar con un plan de personal adecuado para emergencias. Pero ¿quién supervisa que ese plan se cumpla? ¿Qué consecuencias enfrentan las instalaciones que lo ignoran?

Richard Moore, exsenador estatal y cofundador de la organización Dignity Alliance, reclama una mayor rigurosidad en la supervisión. Ya ha solicitado una investigación por parte del fiscal estatal, citando no solo el incidente reciente, sino también el pasado judicial del propietario del centro, Dennis Etzkorn, quien fue acusado en 2012 de fraude y sobornos relacionados con la atención médica, aunque los cargos fueron retirados en 2015.

Datos alarmantes sobre incendios en centros de asistencia

  • Según la Asociación Nacional de Protección contra el Fuego (NFPA, por sus siglas en inglés), cada año ocurren aproximadamente 1,200 incendios en residencias para adultos mayores en Estados Unidos.
  • El 60% de esas instalaciones no cuenta con sistemas de rociadores automáticos en todas sus zonas.
  • Muchos centros carecen de protocolos de evacuación efectivos o no realizan simulacros con regularidad.

Voces de alerta desde hace años

Paul Lanzikos, también parte de Dignity Alliance y antiguo secretario de Asuntos de Personas Mayores de Massachusetts, destacó desde hace tiempo la necesidad de revisar la gestión de centros como Gabriel House. La organización ha documentado decenas de casos de negligencia, entre ellos:

  • Falta de simulacros de incendio.
  • Edificios sin salidas de emergencia adecuadas.
  • Aire acondicionado bloqueando ventanas, imposibilitando evacuaciones rápidas.
  • Ascensores defectuosos usados por residentes con movilidad reducida.

"Esta es una tragedia que nunca debió haber ocurrido", comentó Lanzikos.

El componente humano: los que se fueron

Entre las víctimas se encuentran hombres y mujeres cuyas edades oscilaban entre 61 y 86 años. Siete de ellos ya han sido identificados: Rui Albernaz (64), Ronald Codega (61), Margaret Duddy (69), Robert King (78), Kim Mackin (71), Richard Rochon (78) y Eleanor Willett (86). Sobrevivientes como Michael Pimentel aún no logran procesar el horror vivido.

Flores y rosarios adoran el frente del edificio ahora clausurado. En su interior quedan los rastros de una noche fatídica marcada por una cadena de fallos humanos y estructurales.

¿Es hora de federalizar la supervisión?

Uno de los mayores problemas en la industria de cuidados asistidos en los Estados Unidos es la falta de estandarización nacional. A diferencia de las residencias con cuidados médicos (nursing homes), que están reguladas a nivel federal, los centros de vida asistida como Gabriel House están supervisados por normas estatales que varían ampliamente.

Esto permite a propietarios negligentes operar con mínima supervisión respalda

Hacia una reforma estructural

Expertos y defensores argumentan que se deben implementar cambios urgentes, entre ellos:

  • Establecer mínimos federales de personal capacitado por residente.
  • Incorporar protocolos obligatorios de evacuación y simulacros trimestrales.
  • Obligación de sistemas de detección y rociadores modernos en todas las instalaciones, sin excepción.
  • Acceso público a informes de inspecciones, que ahora pasan desapercibidos para muchas familias que buscan lugares seguros para sus seres queridos.

Reconstruyendo desde las ruinas

La ciudad de Fall River ha movilizado recursos rápidamente para realojar a los sobrevivientes. Hospitales, otras residencias y redes familiares se han unido en un esfuerzo coordinado para brindar refugio a quienes escaparon con vida. Pero este gesto, aunque noble, apenas alivia el trauma de quienes vivieron la pesadilla.

Gabriel House se convierte así en un símbolo de todo lo que no debe volver a repetirse. La memoria de los que fallecieron no puede quedar en el olvido burocrático. Cada documento perdido, cada simulacro faltante, cada decisión omisa contribuyó a un desenlace evitable.

Ha llegado el momento de revaluar cómo cuidamos a nuestros mayores. Porque no se trata solo de protocolos: se trata de vidas humanas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press