¿Puede un presidente despedir al presidente de la Reserva Federal? La batalla entre Trump y Jerome Powell
Análisis del poder presidencial sobre la Reserva Federal y los riesgos de politizar el banco central de EE.UU.
Una amenaza que empezó en voz baja
Desde que Donald Trump entró a la Casa Blanca en 2017, uno de sus blancos más constantes no ha sido un adversario político o una figura externa, sino alguien que ocupa un cargo supuestamente independiente: Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed). Designado por el propio Trump en 2018 para liderar el banco central más influyente del mundo, Powell se convirtió, pocos meses después, en receptor de críticas constantes por parte del mandatario debido a su negativa a bajar rápidamente las tasas de interés.
El punto de quiebre: intereses cruzados
El desencuentro entre ambos refleja una lucha clásica entre dos visiones del poder económico. Mientras Trump buscaba promover un crecimiento económico agresivo antes de las elecciones de 2020, Powell, fiel a su mandato, ponía freno al entusiasmo recalentado subiendo o manteniendo las tasas para evitar la inflación.
Esta tensión alcanzó un nuevo nivel en 2025 cuando surgieron reportes desde la Casa Blanca sobre una supuesta intención de Trump de despedir a Powell. Aunque públicamente el presidente afirmó que era “altamente improbable” que lo removiera “a menos que se descubra fraude”, en reuniones privadas mostró una carta de despido como si evaluara seriamente esa posibilidad. Una movida sin precedentes.
¿Puede el presidente de EE.UU. despedir al presidente de la Fed?
La Reserva Federal fue diseñada precisamente para evitar que cualquier administración influya directamente en su política monetaria.
El presidente de la Fed es designado por el presidente de EE.UU. pero debe ser confirmado por el Senado. Una vez confirmado, sirve por un mandato de cuatro años, y la ley sólo permite su destitución “por causa justa”, lo que significa una violación legal o ética, no simple desacuerdo político.
Según explica Peter Conti-Brown, experto en historia de la Fed de la Universidad de Wharton, “nadie ha intentado remover a un presidente de la Fed por desacuerdos de política económica. Si Trump lo hiciera, se cruzaría una línea roja nunca antes tocada desde la fundación del banco central en 1913”.
¿Qué hay detrás de los señalamientos? Un proyecto de $2.5 mil millones en la mira
El nuevo flanco de ataque contra Powell tiene que ver con la gestión de un proyecto de renovación de la sede de la Fed en Washington, valorado en $2.5 mil millones de dólares. Algunos funcionarios de la administración Trump lo acusan de mala administración y exageración de costos.
Sin embargo, varios senadores republicanos, incluso conservadores notorios como Thom Tillis, han llamado a la prudencia. En sus palabras:
“Si alguien cree que sería buena idea que la Fed se convierta en otra agencia gubernamental sujeta al presidente, está cometiendo un gran error”.
Los mercados reaccionan: volatilidad por palabras
La sola especulación de que Trump podría despedir a Powell provocó un descenso del 0.7% en el S&P 500. Posteriormente, cuando Trump contradijo esa posibilidad en una reunión con el príncipe de Bahréin, los mercados recortaron pérdidas, una muestra clara del nerviosismo que generan tales gestos en el ecosistema financiero.
El rendimiento de los bonos del Tesoro también experimentó altibajos, aunque finalmente se estabilizó. Para los inversores, la independencia de la Fed no es solo una cláusula legal: es un pilar de confianza, tanto dentro como fuera del país.
Un precedente peligroso
Si bien Trump no concretó el despido, la amenaza misma representa un hito preocupante, pues socava la idea de que el banco central opere al margen de las pasiones políticas. Esto podría tener profundas implicaciones para la credibilidad del dólar, el control de la inflación y la estabilidad de los mercados a largo plazo.
Por eso, más allá de las diferencias entre Trump y Powell, expertos como Ben Bernanke, expresidente de la Fed, han advertido que dichos intentos minan la institucionalidad financiera:
“Cuando el mundo ya no puede confiar en que la Fed actúe por criterio técnico y no político, el resultado es inestabilidad monetaria y retrocesos económicos”.
Contexto histórico: la Fed bajo presión presidencial
Aunque ningún presidente ha despedido a un presidente de la Fed, eso no significa que la presión política sea algo nuevo. Richard Nixon fue famoso por sus reuniones a puerta cerrada con Arthur Burns, presidente de la Fed en los años 70, en las cuales presuntamente influyó para mantener tasas bajas antes de su campaña de reelección. El resultado fue desastroso: una década de inflación descontrolada.
Incluso Ronald Reagan fue acusado de presionar a Paul Volcker (otro presidente de la Fed) para suavizar su enfoque de tasas altas, aunque Volcker resistió. El costo fue la recesión de los años 80, pero también se logró contener la inflación y restaurar la confianza monetaria.
¿Qué pasará si Trump gana en 2024?
Powell fue nombrado nuevamente por el presidente Joe Biden en 2022 por otro término de cuatro años, lo que significa que su cargo termina en 2026. Si Trump gana las elecciones de 2024, tendría todavía casi dos años con Powell al mando de la Fed, lo que plantea un escenario de confrontaciones prolongadas si el republicano insiste en que las tasas de interés deberían bajar más rápido de lo que Powell considera prudente.
En otras palabras, EE.UU. podría encontrarse en un escenario donde el presidente de la nación y el de la Fed operen en direcciones completamente opuestas.
¿Riesgo para el dólar y la economía global?
La estabilidad del sistema financiero global depende, en gran medida, de la percepción de independencia con la que opere la Reserva Federal. Como dijo Larry Summers, exsecretario del Tesoro, en entrevista con Bloomberg:
“Si la Fed se convierte en una herramienta política, el dólar perderá su estatus privilegiado como moneda de reserva global”
La deuda estadounidense, que asciende a más de $34 billones de dólares, se financia bajo la percepción de que EE.UU. es un país con instituciones estables y creíbles. Un cambio en esa percepción puede aumentar rápidamente las tasas de interés, provocar fuga de capitales y hasta generar hiperinflación.
Entonces, ¿qué sigue?
La mejor defensa de la Fed es su reputación. A pesar de las amenazas, Powell ha resistido con compostura y sin entrar en contrapuntos políticos, demostrando la verdadera naturaleza de su mandato: proteger la economía, no complacer al presidente.
El episodio deja una enseñanza clara para Washington y el mundo: el equilibrio de poderes no es solo un principio teórico, sino una práctica esencial para que la democracia y el capital puedan coexistir. Y entre todos esos equilibrios, la independencia de los bancos centrales es uno de los más valiosos.