¿Llegó el fin de la restricción de líquidos en aeropuertos? Tecnología, historia e incertidumbre en la seguridad aérea
Una mirada crítica al futuro de las normas de seguridad en aeropuertos de EE. UU., tras casi dos décadas de restricciones sobre líquidos en equipaje de mano
El tedioso ritual de vaciar botellas en los aeropuertos podría terminar… ¿o no?
Desde hace casi veinte años, quienes viajan en avión han soportado una de las normas más impopulares de la seguridad aeroportuaria: la limitación de líquidos en el equipaje de mano a 3.4 onzas (100 ml). Para miles de pasajeros, esto ha significado desechar bebidas, cremas costosas o tener que comprar botellas miniatura de productos personales, todo en nombre de la seguridad. Sin embargo, recientes declaraciones de la Secretaria de Seguridad Nacional de EE. UU., Kristi Noem, han encendido la posibilidad de que este régimen llegue a su fin.
“Los líquidos, estoy cuestionándolos. Puede que ese sea el próximo gran anuncio,” dijo Noem. Su comentario ha sido interpretado por muchos como una señal de que la administración actual considera relajar esta larga restricción.
¿Por qué nació esta medida? La amenaza que casi se hace realidad
Estas restricciones no aparecieron de la nada. Fueron implementadas tras un intento real de atentado terrorista en 2006, cuando autoridades británicas detuvieron a un grupo de extremistas que planeaban volar varios aviones con explosivos líquidos ocultos en botellas de bebidas deportivas.
Los conspiradores modificaban botellas para simular un refresco inocente que, en realidad, contenía una mezcla casera de químicos altamente explosivos. La intrincada operación fue detectada tras una vigilancia coordinada que incluyó el seguimiento de correos electrónicos cifrados, el hallazgo de “fábricas de bombas” improvisadas en Londres, y la revisión del equipaje de sospechosos recién llegados de Pakistán.
Desde entonces, la TSA (Transportation Security Administration) y sus homólogos internacionales determinaron que sólo una pequeña cantidad de líquido (menos de 100 ml) podía ser permitida en cabina, y la regla se aplicó a toda clase de líquidos, dado que las radiografías convencionales no podían distinguir entre un gel inofensivo y un explosivo químico.
Nuevas tecnologías que podrían cambiar las reglas del juego
En la actualidad, el cambio tan esperado por los viajeros podría llegar de la mano de los escáneres de tomografía computarizada (CT). Estas máquinas permiten ver imágenes en 3D del contenido de una maleta, girarlas, examinarlas desde múltiples ángulos y, sobre todo, detectar materiales potenciales explosivos con alto nivel de precisión.
Johnny Jones, trabajador de la TSA desde su fundación y miembro del sindicato de empleados federales, dijo:
“Es una situación que cambia la vida. La diferencia es que ahora podemos ver algo que habría pasado desapercibido con la tecnología anterior.”
Estas máquinas son tan avanzadas que permitirían a los viajeros llevar líquidos sin necesidad de sacarlos de las maletas y hasta en mayores cantidades.
¿Por qué no se aplican ya en todos los aeropuertos?
He aquí el dilema: solo 255 de los 432 aeropuertos comerciales en EE. UU. tienen los nuevos escáneres CT. Además, su costo supera los 2 millones de dólares por unidad y su instalación no es sencilla. En algunos casos, se deben reforzar los pisos e incluso rediseñar completamente los puntos de control.
El jefe interino de la TSA informó al Congreso que los aeropuertos más grandes ya poseen esta tecnología, pero se espera que todos los sistemas estén en uso ¡hasta 2043!
¿Significa esto que algunos podrán llevar líquidos y otros no?
Es una posibilidad. De hecho, permitir la libre entrada de líquidos sólo en algunos aeropuertos podría generar una enorme confusión. Imagina que a un viajero se le permita llevar una botella en su vuelo de ida desde un aeropuerto con escáner CT, pero luego en su regreso desde otro aeropuerto sin la tecnología, se la confisquen. Gran parte del debate gira en torno a evitar este tipo de situaciones.
¿Estamos listos para relajar esta medida?
No todos están convencidos. Jeff Price, profesor de seguridad en aviación en Denver, afirmó:
“Creo que deberíamos esperar hasta que más sistemas sean desplegados. [...] Lo de quitarse los zapatos, puedo aceptarlo si seguimos haciendo controles aleatorios. Pero los líquidos, creo que es demasiado pronto. Hay otras capas de seguridad, sí, pero pocas realmente capaces de prevenir ese tipo de ataque.”
Y es que la historia está llena de advertencias. En 2001, el llamado “shoe bomber” Richard Reid intentó detonar un explosivo oculto en su zapato. El incidente llevó a imponer la regla de quitarse el calzado. Esa restricción, paradójicamente, sí ha sido reconsiderada recientemente.
¿Se justifica seguir con estas medidas?
Un famoso estudio de 2015 del Departamento de Seguridad Nacional descubrió que agentes de la TSA fallaron en detectar armas o explosivos ocultos el 95% del tiempo en pruebas encubiertas. Esto elevó múltiples alarmas sobre la efectividad de los controles.
A pesar de esas cifras sombrías, Johnny Jones defendió al personal de seguridad:
“No ha habido ningún avión en 22 años que no haya llegado a su destino por un fallo en nuestro sistema. Incluso si hay un pequeño error, no significa necesariamente que algo sucederá en el avión.”
Desde 2002, la TSA ha fortalecido su sistema con múltiples capas de vigilancia y mecanismos de respuesta rápida. Pero aún así, la duda persiste: ¿cuánta seguridad es realmente segura?
La experiencia internacional: ¿Qué hacen otros países?
- Reino Unido: Planeaba permitir hasta 2 litros de líquidos en cabina en 2023, pero retrasó el cambio porque varios de sus aeropuertos aún no tenían los nuevos escáneres CT.
- Canadá y otros países europeos: También evalúan implementar tecnologías similares, pero la situación varía enormemente entre aeropuertos.
Esto demuestra que Estados Unidos no está solo en este debate. La tendencia global va hacia más tecnología y menos restricciones físicas, pero llevando aún el peso del miedo a repetir una tragedia aérea.
La paradoja: ¿Hemos exagerado las medidas por miedo?
Muchos críticos consideran que algunas normas son ejemplos de seguridad teatral: acciones que tranquilizan a los pasajeros más que prevenir ataques reales. Según expertos como Bruce Schneier, especialista en seguridad, estas medidas pueden ser más simbólicas que efectivas.
Hasta ahora, las autoridades no han detectado ningún intento real reciente de usar explosivos líquidos en aviones. Aunque la amenaza permanece en la memoria colectiva, los riesgos reales podrían haber cambiado considerablemente.
¿Qué podemos esperar en los próximos años?
El ritmo de adopción tecnológica es lento, los costos son elevados y la presión política puede complicar cualquier decisión. Sin embargo, es probable que, en los grandes aeropuertos, las reglas se flexibilicen primero como prueba piloto.
Pero una cosa es clara: las decisiones sobre cambiar normas de seguridad no se tomarán a la ligera. Como dijo una portavoz de la TSA:
“Siempre buscamos maneras de mejorar la seguridad y la experiencia del viajero.”
El veredicto: ¿Optimismo o precaución?
La idea de poder subir a un avión con una bebida comprada antes del embarque, sin tediosas inspecciones, suena liberadora. Pero el pasado —y los recursos actuales— nos imponen un llamado a la prudencia. Esta es una de esas situaciones donde el equilibrio entre comodidad y seguridad será clave para la próxima generación de viajeros… y tomadores de decisiones.
¿Será 2043 demasiado tarde para ir sin sobres de champú en la maleta? Solo el tiempo —y la tecnología— lo dirán.