‘Fito’ Macías y el Imperio de los Choneros: Narcotráfico, violencia y extradición a EE.UU.

El capo ecuatoriano llevó su reinado criminal desde las cárceles hasta los tribunales de Nueva York. Así cayó uno de los narcos más temidos de Sudamérica.

José Adolfo Macías Villamar, conocido por su alias “Fito”, es mucho más que un nombre en una lista de criminales peligrosos. Se trata del líder de una de las bandas más violentas del Ecuador: Los Choneros, un grupo que ha pasado de ser una organización delictiva local a convertirse en un jugador clave del narcotráfico internacional, vinculado con carteles mexicanos, armas estadounidenses y una ola de violencia sin precedentes en su país.

De las calles al liderazgo criminal

El origen de Fito y Los Choneros se remonta a la década de los 90 en la provincia de Manabí, Ecuador. Inicialmente dedicados al sicariato y al microtráfico, con el tiempo ganaron poder y conexiones con los carteles de la droga más poderosos del continente, como el de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Fito asumió el liderazgo en 2020 tras la muerte de Jorge Luis Zambrano, alias “Rasquiña”, quien fue asesinado en un centro comercial. Desde entonces, condujo una expansión brutal de Los Choneros, que sembró el terror dentro y fuera de las cárceles ecuatorianas.

El poder tras las rejas

Fito ha estrenado una modalidad de liderazgo delictivo en América Latina: dirigir un imperio criminal desde prisión. Incluso desde las celdas, influenciaba el tráfico de drogas, los asesinatos por encargo, y la compra ilegal de armas, mostrando el nivel de corrupción e impunidad en el sistema penitenciario ecuatoriano.

En 2023, se filtró un video de Fito dirigido al “pueblo ecuatoriano” desde prisión, rodeado de sicarios armados, demostrando el control absoluto que tenía tras las rejas. También celebraba fiestas con alcohol, música en vivo y hasta peleas de gallos. Esta ostentación de poder convirtió a Fito en un símbolo tanto de temor como de fascinación pública.

Una fuga cinematográfica

El 7 de enero de 2024, Fito protagonizó una fuga que activó una de las más grandes crisis de seguridad nacional en la historia reciente del Ecuador. Escapó de la cárcel de máxima seguridad La Roca en Guayaquil. Las autoridades tardaron más de cinco meses en capturarlo, lo cual provocó motines, más de 200 muertes en cárceles, y múltiples asesinatos de fiscales, jueces y candidatos políticos.

La captura final ocurrió en junio de 2025, en un búnker subterráneo escondido en una mansión de su pariente en la ciudad portuaria de Manta. Una operación combinada de fuerzas ecuatorianas y estadounidenses logró su arresto, marcando el fin de una fuga de película.

Extradición histórica a Estados Unidos

Tan solo 24 horas después de su captura, Fito fue extraditado a Estados Unidos, donde ahora enfrenta siete cargos federales, incluyendo conspiración para distribución internacional de cocaína, uso de armas para facilitar el narcotráfico y compra ilegal de armas de fuego.

Durante su primera audiencia en la corte federal de Brooklyn, se declaró inocente. Sin embargo, los fiscales estadounidenses han señalado que “Macías Villamar representa un peligro extraordinario para la comunidad” y pidieron su detención preventiva hasta el juicio, programado para el 19 de septiembre de 2025.

El rol de Ecuador como paso clave del narcotráfico

Ecuador pasó de ser un país de tránsito a convertirse en uno de los principales puntos de distribución de droga hacia los Estados Unidos y Europa. Las rutas fluviales, puertos poco controlados y altos niveles de corrupción institucional lo convirtieron en un “hub” ideal para operaciones clandestinas.

Los Choneros operaban entre Colombia y Estados Unidos, enviando cargamentos de cocaína a través de Centroamérica. Usaban lanchas rápidas, contenedores marítimos y hasta drones para mover mercancía. Además, introducían armas desde EE.UU. hacia Sudamérica, incluyendo granadas y ametralladoras.

Un narco con culto propio

En Ecuador, Fito llegó a ser visto por algunos sectores marginalizados como una suerte de “Robin Hood”, financiando fiestas y eventos barriales en zonas deprimidas. Las autoridades señalan que cultivó una imagen de benefactor comunitario, mezclando carisma mediático con brutalidad criminal.

Pero detrás de la figura carismática, estaba un régimen de violencia sistemática. Según datos oficiales, en 2023 Ecuador cerró el año con más de 7.800 homicidios violentos, cifra impulsada por disputas territoriales de mafias como Los Choneros, Los Lobos y Tiguerones.

La guerra invisible: sicarios, corrupción y carteles

El esquema de poder dirigido por Macías incluía el uso de sicarios altamente entrenados para asesinar fiscales, policías, candidatos e incluso periodistas. Uno de los casos más sonados fue el asesinato del fiscal César Suárez en 2024, quien investigaba la red de corrupción carcelaria y el narcotráfico liderado por Fito.

Además, se descubrió que dentro de las cárceles había complicidad de funcionarios penitenciarios, quienes permitían el ingreso de armas, objetos de lujo e incluso celulares satelitales usados para planear asesinatos desde prisión.

Juicio pendiente: ¿habrá justicia transnacional?

El juicio contra Fito en Estados Unidos será una prueba para la cooperación internacional contra el crimen organizado. Las autoridades esperan que, con su testimonio y el análisis forense de sus redes de comunicación, se logre mapear la estructura criminal internacional que une Ecuador, México, Colombia y Estados Unidos.

La acusación formal en Nueva York indica que, si es hallado culpable, podría enfrentar cadena perpetua. Pero más allá de su sentencia, el verdadero reto es desmantelar las redes que dejó activas dentro y fuera de las cárceles ecuatorianas.

¿Y ahora qué?

La extradición de Fito marca un hito en la lucha contra el narcotráfico en América del Sur, similar a lo que fue la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán en México. Sin embargo, organizaciones criminales como Los Lobos, Los Tiguerones o los Carteles Jalisco y de Sinaloa continúan operando con fuerza.

La violencia no ha cesado, y las cárceles siguen siendo centros de control criminal. Como dijo recientemente un analista de seguridad: “Capturar a Fito es ganar una gran batalla, pero la guerra aún continúa.”

Con este juicio, se abre una ventana de oportunidad para que la cooperación internacional, la reforma del sistema penitenciario ecuatoriano y la lucha regional contra el narcotráfico puedan encontrar un punto de inflexión.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press