El escándalo que sacude a Nueva York: corrupción, represalias y la caída de un comisionado

Thomas Donlon, excomisionado interino de la policía de Nueva York, acusa al alcalde Eric Adams de corrupción sistemática y difamación: ¿quién vigila al vigilante?

Una demanda que expone las entrañas del poder en Nueva York

El ex comisionado interino del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), Thomas Donlon, ha presentado una demanda por difamación contra el alcalde Eric Adams, reclamando 10 millones de dólares como reparación por los daños sufridos a su reputación. Según Donlon, Adams lo destituyó tras acusarlo de estar "deteriorado mentalmente" para liderar el cuerpo de seguridad más grande de Estados Unidos.

Pero esta historia va mucho más allá de una simple disputa laboral. En realidad, pinta un escenario de presunta corrupción sistémica, en el que altos mandos y leales políticos habrían convertido el NYPD en un aparato de favores políticos, ascensos sin méritos y represalias contra quienes intentan exponer la verdad. Donlon afirma haber sido víctima precisamente por intentar limpiar la casa.

¿Quién es Thomas Donlon?

Thomas Donlon, de 71 años, es un exagente del FBI que fue nombrado brevemente como comisionado interino por Adams en septiembre del año pasado en un momento crítico: el NYPD enfrentaba renuncias en cadena y estaba bajo el ojo público por investigaciones federales.

No duró mucho. Fue reemplazado en noviembre por Jessica Tisch tras apenas unos meses en el cargo. Donlon alega que se le apartó por haber descubierto un entramado de corrupción que involucraba a personas cercanas al alcalde.

Las acusaciones contra la administración Adams

La demanda de Donlon no es un caso aislado. Al menos cuatro altos funcionarios del NYPD han emprendido acciones legales este año acusando prácticas similares: favoritismo para promociones, represalias contra denunciantes y uso del poder para beneficios personales.

Entre las acusaciones más graves que presenta Donlon se encuentran:

  • Promociones sin mérito a aliados políticos del alcalde.
  • Uso fraudulento de su firma por parte del vocero del NYPD, Tarik Sheppard, para aprobar su propio aumento salarial.
  • Amenazas de muerte de parte de Sheppard al ser confrontado.

Sheppard ha negado todas estas acusaciones, calificándolas como "absurdas" y alegando que Donlon sufría de "problemas cognitivos" y creía en una "teoría conspirativa" contra él.

¿Difamación o manipulación política?

Después de la demanda presentada por Donlon, Adams comentó en una reunión privada con líderes empresariales que lo apartó por estar "mentalmente deteriorado". Esta afirmación, filtrada posteriormente a los medios, ha sido calificada por el abogado de Donlon como un intento de "asesinato de carácter público".

"Están utilizando la salud mental como un arma para desacreditar a un denunciante que intentó hacer lo correcto", declaró su abogado John Scola.

No es la primera vez que se utiliza la salud mental como herramienta política, pero sí una de las más evidentes en el escenario neoyorquino en años recientes.

Contexto político: Eric Adams bajo presión

Adams, exjefe de policía y ahora alcalde en su primer mandato, cimentó parte de su campaña en su supuesto conocimiento profundo en materia de seguridad. Su experiencia en el cuerpo le otorgó credibilidad, especialmente en una ciudad donde el crimen vuelve a ser preocupación prioritaria. Sin embargo, las recientes demandas, combinadas con investigaciones federales, ponen en entredicho esa narrativa.

Además, con la reelección en el horizonte, Adams enfrenta una creciente presión por demostrar resultados y transparencia en su gestión. Las acusaciones de Donlon y otros exfuncionarios podrían erosionar esa imagen.

Corrupción estructural o "empleado resentido"

Desde la oficina del alcalde, sus portavoces han minimizado los reclamos: "Estas son acusaciones sin fundamento de un exempleado resentido", dijo Kayla Mamelak Altus, vocera del alcalde. "Cuando se le dio la oportunidad de liderar el mejor departamento de policía del mundo, demostró ser ineficaz", añadió.

Pero esta narrativa parece insuficiente cuando se considera la magnitud de reclamos similares venidos de varios altos mandos, lo cual sugiere que la disputa va más allá de una vendetta personal.

Otra pieza en el rompecabezas de la corrupción en NY

El caso de Donlon se suma a una larga historia de corrupción policial en Nueva York. Desde el escándalo Knapp en los años setenta hasta los recientes casos de sobornos en licencias y protecciones federales, el NYPD ha tenido momentos oscuros.

Lo innovador en esta ocasión es el vínculo directo con la política más alta de la ciudad: no se trata únicamente de oficiales corruptos, sino de una presunta red entre la administración del alcalde y la cúpula policial.

¿Qué puede pasar ahora?

La demanda presentada por Donlon por difamación se suma a la ya iniciada por corrupción. Si se logra demostrar alguna parte de sus alegatos, podrían abrirse investigaciones mayores e incluso forzar renuncias o juicios políticos.

Por el momento, la negociación judicial será clave. Tanto Adams como Donlon jugarán al ajedrez legal, con la reputación de ambos en juego. La imagen del NYPD, ya golpeada por años de controversias, corre el riesgo de quedar aún más debilitada.

Una bomba para la reelección de Adams

Lo que podría haber sido solo un escándalo personal ha escalado a un problema político de alto perfil. Adams apuesta por la continuidad bajo el estandarte de la seguridad, pero este caso podría alcanzar impacto mediático suficiente como para sacudir su campaña de reelección.

Además, plantea una pregunta difícil pero necesaria para los votantes y medios: ¿quién vigila a los que vigilan? ¿Y quién vigila a los que mandan sobre quienes vigilan?

Un patrón de represalias a denunciantes

El caso Donlon subraya un patrón preocupante en muchas instituciones: las represalias contra quienes denuncian irregularidades. Desacreditar psicológicamente a una persona para invalidar sus denuncias puede ser más efectivo—y devastador—que cualquier expediente administrativo.

En Estados Unidos, las leyes de protección a alertadores de corrupción (whistleblowers) existen, pero su aplicación es desigual. Cuando quienes ostentan el poder manipulan la narrativa mediática y política, el denunciante queda atrapado entre el descrédito público y el silencio forzado.

¿Y si Donlon dice la verdad?

¿Qué sucede si las acusaciones de Donlon llegan a probarse como ciertas? No se trataría solo de un episodio más de escándalo político. Implicaría que la estructura de seguridad ciudadana está contaminada desde sus raíces.

Con eso en mente, la opinión pública debe exigir transparencia y garantías institucionales reales. Esta no es meramente una historia de enemistad entre dos figuras públicas. Es una historia de poder, responsabilidades ignoradas y consecuencias que podrían alterar el panorama político y la seguridad en la ciudad más emblemática del país.

Seguiremos atentos a los desarrollos judiciales que, sin duda, marcarán un antes y un después en el liderazgo político de Nueva York.

Fuentes: Reportes judiciales presentados ante la Corte de Nueva York, declaraciones públicas de voceros de la alcaldía, declaraciones oficiales de los abogados involucrados y reportes de medios locales neoyorquinos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press