La visita de Marcos Jr. a Trump: ¿Renacimiento de una vieja alianza o jugada geopolítica?
Entre tensiones con China, acuerdos comerciales inciertos y maniobras militares conjuntas, la visita del presidente filipino a Washington marca un momento clave para el Indo-Pacífico.
Por estos días en Washington, la Casa Blanca se convierte nuevamente en un nodo geopolítico clave. La visita del presidente filipino Ferdinand Marcos Jr. al presidente Donald Trump reaviva no sólo una alianza que va más allá del siglo XX, sino también una serie de tensiones no resueltas con China en el Mar de la China Meridional y la posibilidad de un acuerdo comercial con efectos potentes sobre el futuro económico del sudeste asiático y Estados Unidos.
Una nueva etapa para una veterana alianza
Marcos Jr. se convierte en el primer líder del sudeste asiático que visita a Trump durante su segundo mandato presidencial. Este detalle no es solo protocolario: es el reflejo de la importancia estratégica que mantiene Filipinas como país aliado en el Pacífico, especialmente bajo el contexto actual de confrontación entre EE.UU. y China.
Durante su estadía de tres días, Marcos se reunió con figuras clave como el Secretario de Defensa Pete Hegseth y el Secretario de Estado Marco Rubio, reafirmando el compromiso mutuo en materia de defensa, un legado del tratado firmado entre ambos países en 1951. Esta alianza ha ganado nuevo énfasis ante el empeoramiento del conflicto territorial en el Mar de la China Meridional, donde Filipinas y China siguen protagonizando choques por el control del atolón Scarborough y otras áreas ricas en recursos.
¿Qué está en juego en el Mar de la China Meridional?
Esta área estratégica es vital no solo por razones militares, sino también por su peso en el comercio: cerca del 30% del comercio global marítimo transita por estas aguas. La introducción de medidas más agresivas por parte de la Guardia Costera China, incluyendo ataques con cañones de agua a buques filipinos, ha generado creciente alarma en Washington.
En ese contexto, el Secretario de Defensa Hegseth no vaciló al reafirmar que “los ataques armados contra nuestras fuerzas armadas o embarcaciones públicas, incluidas las de la Guardia Costera, en el Pacífico —incluido el Mar de la China Meridional— activarán nuestras obligaciones bajo el tratado de defensa mutua”.
Trump y China: una política de contención
Trump ha continuado, aunque con un estilo más confrontativo, el giro estratégico de las administraciones anteriores hacia Asia-Pacífico para contener la influencia de China, considerado su principal rival económico y militar. A pesar de otros frentes abiertos —como Gaza y Ucrania—, mantener la supremacía estadounidense en el Pacífico sigue siendo una prioridad visible.
Marcos, consciente de esta dinámica, agradeció el apoyo estadounidense a la modernización de las fuerzas armadas de Filipinas y las maniobras conjuntas. La visita consolida una alianza que apunta a disuadir la agresión regional mientras se busca estabilidad en una zona cada vez más volátil.
¿Acuerdo comercial o amenaza arancelaria?
La agenda también incluyó temas económicos intensos y potencialmente conflictivos. Trump ha amenazado con imponer aranceles del 20% a los bienes filipinos si no se logra un acuerdo antes del 1 de agosto. A cambio, Filipinas podría abrir la puerta a tarifas cero para ciertos productos estadounidenses, según declaró el Secretario de Finanzas Ralph Recto.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, reconoció que un acuerdo comercial con Filipinas “podría estar sobre la mesa”, aunque aún no se ha formalizado nada. El contexto político y económico sugiere que este pacto no será fácil ni inmediato.
“Nuestra intención es negociar un acuerdo bilateral que garantice colaboraciones sólidas, mutuamente beneficiosas y orientadas al futuro, que solo EE.UU. y Filipinas pueden llevar adelante”, aseguró Marcos antes de partir hacia Washington.
Tensiones heredadas: la presión interna desde Manila
Aunque Marcos ha reforzado la cooperación militar con EE.UU., no toda la sociedad filipina respalda esta política. Las cicatrices históricas de la ocupación estadounidense y la era colonial siguen generando recelo. La constitución filipina de hecho impide bases militares extranjeras permanentes, aunque se permite el uso temporario por parte de aliados bajo acuerdos especiales, como el Visiting Forces Agreement (VFA) y el Enhanced Defense Cooperation Agreement (EDCA).
El regreso de fuerzas estadounidenses al archipiélago —ahora con una mayor implicación en ejercicios conjuntos— es visto por algunos sectores como una subordinación innecesaria en lugar de una alianza estratégica.
¿Un simbolismo político para Trump?
No es coincidencia que Trump proporcione este tipo de gestos diplomáticos a aliados clave justo cuando su administración enfrenta críticas internas sobre derechos civiles, gestión migratoria y transparencia institucional. Las relaciones exteriores sirven también como puntos de afirmación del liderazgo global de Trump en contraste con sus adversarios políticos demócratas.
Además, Trump busca retomar el discurso de “America First” con alianzas bilaterales, desplazando el multilateralismo que caracterizó a anteriores presidentes. Lograr un acuerdo comercial con Filipinas significaría un ejemplo perfecto de cómo su enfoque puede generar resultados tangibles.
El rol de los países del ASEAN: entre China y EE.UU.
Filipinas no está sola en este dilema geopolítico. Vietnam, Malasia, Brunei y Taiwán también reclaman partes del Mar de la China Meridional. Estos países, miembros o asociados con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), han sido cortejados por Washington para equilibrar el avance chino.
Rubio, en su reunión con Marcos, subrayó la prioridad de mantener “la paz y la estabilidad en la región”, así como reforzar cadenas de suministro, una medida crítica desde la pandemia. Las conversaciones bilaterales con Pekín, como la efectuada por Rubio y Wang Yi en Malasia, muestran que aún se deja una puerta abierta al diálogo con China, pero no a expensas de las alianzas estadounidenses.
Filipinas: ¿pieza clave del Indo-Pacífico?
La ubicación geográfica única de Filipinas —al borde del Mar Meridional de China, cerca de rutas comerciales críticas y con acceso estratégico a bases militares estadounidenses— hace del país una joya geopolítica. Esta es, en esencia, la razón por la cual ha sido cortejado por ambas potencias durante décadas.
Como uno de los aliados más antiguos de EE.UU. en Asia, Filipinas tiene la capacidad de condicionar parcialmente la balanza de poder regional. Sin embargo, ese peso también conlleva riesgos, como verse atrapado entre las dos superpotencias en caso de una escalada militar.
Cita clave para el futuro regional
La visita de Marcos Jr. no ha sido solo una formalidad diplomática. Representa una inflexión decisiva en la estrategia del Indo-Pacífico. Si las conversaciones militares y económicas se concretan en acuerdos palpables —ya sean arancelarios o en materia de defensa mutua—, podríamos estar ante el inicio de una nueva etapa de la Guerra Fría, esta vez centrada en Asia.
La pregunta tal vez no es si Filipinas quiere ser parte de este tablero, sino si realmente tiene la opción de no serlo.