Nueva crisis diplomática: Trump, Netanyahu y los bombardeos en Gaza y Siria
Los recientes ataques de Israel tensan la relación entre Trump y Netanyahu en medio de un escenario geopolítico volátil
En un clima de compleja tensión diplomática y militar, los recientes bombardeos realizados por las fuerzas israelíes en Siria y en la única iglesia católica de Gaza han provocado una extraña y sorpresiva reacción dentro del gobierno del expresidente estadounidense Donald Trump. Según declaró la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, Trump fue “tomado por sorpresa” ante los ataques, una situación que deja entrever grietas en su conocida cercanía con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.
Trump y Netanyahu: ¿una alianza debilitada?
Durante su presidencia y en múltiples ocasiones posteriores, Trump ha mantenido una relación política sólida con el líder israelí Benjamin Netanyahu. Bajo su mandato, Estados Unidos reconoció a Jerusalén como capital de Israel en 2017, lo que marcó un punto de inflexión histórico en la diplomacia Estados Unidos-Medio Oriente.
Sin embargo, esta nueva ronda de hostilidades parece haber desajustado los engranajes de esa maquinaria ideológica tradicionalmente alineada. Leavitt especificó que Trump se comunicó personalmente con Netanyahu tras ser informado de los ataques, en particular del bombardeo en Damasco y del daño causado a la comunidad cristiana en Gaza con la destrucción de su única iglesia católica, en la que murieron tres personas.
“En ambas situaciones, el presidente llamó rápidamente al primer ministro para rectificar esos hechos”, dijo Leavitt.
Los ataques israelíes y la guerra en Gaza
Israel ha intensificado sus operaciones militares en Gaza desde el estallido del conflicto con Hamás en 2023, con el pretexto de desmantelar la red de túneles subterráneos y neutralizar posiciones claves del grupo militante. No obstante, muchos de estos ataques han generado víctimas civiles, afectando particularmente a sectores religiosos minoritarios, como en el caso del ataque a la iglesia católica reportado recientemente.
Este incidente ha avivado la preocupación internacional por el papel de Israel en la escalada del actual conflicto regional. Según varios observadores, mientras se condena el terrorismo, debería también cuestionarse el uso desproporcionado de fuerza que afecta a infraestructura civil y religiosa.
El caso de Siria y la “nueva etapa” post-guerra civil
Paralelamente, Siria atraviesa una transición precaria hacia la estabilidad tras más de una década de guerra civil. El representante especial de Estados Unidos para Siria, Tom Barrack, calificó el ataque israelí sobre Damasco como “un capítulo muy confuso” y agregó que este episodio “llega en un momento desastroso” para el restablecimiento del orden y la normalización del país.
El bombardeo fue dirigido a supuestas posiciones militares iraníes en suelo sirio, en línea con la política israelí de contener la influencia del régimen de Teherán en la región. No obstante, este tipo de acciones comprometen los esfuerzos diplomáticos para reconstruir el país y fragmentan alianzas estratégicas.
Una política exterior del caos: contradicciones dentro del trumpismo
Lo que queda en evidencia es una desconexión entre la retórica trumpista de “America First” y los efectos reales de sus relaciones con potencias internacionales. Por un lado, Trump intenta acelerar la salida militar de Medio Oriente y favorecer una paz negociada en Gaza. Por otro lado, mantiene vínculos con líderes internacionales cuya agenda puede ir en contra de esos objetivos.
Leavitt reiteró que Trump “sigue comprometido” con poner fin a la guerra en Gaza, pero las acciones bélicas de su aliado israelí complican estos planes. Esta situación ha sembrado la duda sobre hasta qué punto Trump puede o quiere contener a Netanyahu.
Impacto geopolítico y gestos simbólicos
Lo ocurrido en la iglesia católica en Gaza no solo tuvo repercusiones humanitarias, sino también geopolíticas y simbólicas. Las imágenes de un lugar de culto destruido resonaron globalmente, en especial dentro del sector cristiano evangélico, uno de los principales grupos de apoyo de Trump.
De hecho, varios líderes religiosos estadounidenses ya han expresado sus preocupaciones por la aparente insensibilidad del gobierno israelí frente a comunidades religiosas que, a pesar de no ser musulmanas, sufren también los estragos de los bombardeos indiscriminados en Gaza.
¿Otros frentes abiertos para Trump?
La presión en el frente internacional coincide con crecientes desafíos domesticos. En el mismo lapso, Trump enfrenta críticas por su política migratoria interna, incluyendo la controversia por cortar acceso a servicios comunitarios a inmigrantes indocumentados y el reciente retiro de los Marines de Los Ángeles, otra medida controvertida implementada en medio de protestas.
La administración, claramente fragmentada, intenta mantener múltiples frentes abiertos con una narrativa de ley, orden y soberanía nacional. No obstante, las contradicciones entre el discurso y la acción comienzan a hacerse evidentes incluso entre sus antiguos aliados.
El dilema de Estados Unidos en Medio Oriente
Históricamente, la relación entre Estados Unidos e Israel ha sido de una alianza indisputada. Desde la firma de los Acuerdos de Camp David en 1978 y el apoyo en la Guerra del Golfo, hasta la financiación militar por más de $3.800 millones de dólares anuales, esta conexión ha sido fundamental para la política exterior estadounidense.
Pero lo que hoy vemos es el surgimiento de una nueva realidad en la que los conflictos regionales ya no pueden abordarse desde un modelo de intervención unilateral. Trump, al intentar adoptar una postura más pragmática, se enfrenta a alianzas que exigen fidelidad completa o bien generan fricción.
¿Una ruptura inminente?
El analista político Jamal Suleiman advierte que este podría ser “el mayor distanciamiento entre Washington y Tel Aviv desde los tiempos de la Administración Obama”. Aunque puede que Trump no rompa formalmente con Netanyahu, tensiones como estas podrían afectar futuras cooperaciones militares e incluso complicar una eventual reelección presidencial si el tema se convierte en un debate electoral importante.
Según encuestas de CNN y Pew Research, cerca del 47% de los votantes republicanos quieren que Estados Unidos reduzca su involucramiento en conflicto extranjeros, aún si eso implica descontento con aliados tradicionales.
¿Podrá reconciliar Trump sus intereses personales con sus alianzas militares?
La raíz del problema yace en que tanto Gaza como Siria se han convertido en nudos estratégicos que absorben intereses globales, regionales y domésticos. Para Trump, lo que parecía una política coherente de apoyo incondicional a Israel ahora se ve complicada por el deseo de mantener cierto equilibrio diplomático en escenarios donde cualquier acción parece ser peligrosa o contraproducente.
El tiempo, y los próximos capítulos del conflicto en Medio Oriente, dirán si este reciente distanciamiento con Netanyahu fue un episodio aislado o el principio de un giro clave en la política exterior de Trump y del Partido Republicano.