El lado oscuro de la psiquiatría británica: el horror del 'Sleep Room'
Un análisis profundo de 'The Sleep Room', el libro que expone las atrocidades médicas cometidas en nombre de la salud mental en los años 60
Por décadas, la psiquiatría institucional estuvo envuelta en silencio, autoridad incuestionable y procedimientos extremos que muchas veces no contaban con el consentimiento de las personas internadas. En medio de esta oscura etapa, el libro “The Sleep Room: A Sadistic Psychiatrist and the Women Who Survived Him” de Jon Stock se alza como un grito necesario para sacudir conciencias y recuperar las voces de mujeres que alguna vez fueron anuladas.
Los años 60 y la era del silencio institucional
Durante la década de 1960, el Reino Unido enfrentaba una doble paradoja en el campo de la salud mental. Por un lado, la expansión de tratamientos mentales en hospitales públicos parecía ofrecer esperanza para muchos. Por otro, estos espacios se convirtieron en escenarios de abusos encubiertos bajo la bata de la medicina.
El “Sleep Room” al que hace referencia el libro de Stock era una sala en un hospital psiquiátrico londinense donde se alojaron mujeres con diagnósticos de diversas patologías mentales. Lo que a primera vista parecía un esfuerzo médico, se transformó en una pesadilla de tratamientos forzados que incluían terapia electroconvulsiva (TEC), lobotomías y sedación prolongada.
Un psiquiatra sádico sostenido por el sistema
El psiquiatra británico detrás de estos procedimientos, cuyo nombre es cuidadosamente desglosado en el libro, representa un arquetipo del profesional médico con poder absoluto y cero supervisión. Según Stock, este médico realizaba procedimientos sin el consentimiento de sus pacientes, ignorando completamente sus derechos y bienestar.
En ese entonces, la psiquiatría tenía un estatus casi cuasi-divino: si un médico decía que una persona estaba loca, su palabra era prácticamente incuestionable. Así, mujeres fueron internadas y sometidas a procedimientos extremos simplemente por presentar síntomas como depresión posparto, ansiedad o simplemente por no encajar en los roles tradicionales de la mujer de la época.
Stock revela que más que un tratamiento, aquello era una forma de imposición de control social y doméstico. El propio sistema médico y gubernamental evitaba fiscalizar a estos especialistas, viendo su labor como una “necesidad clínica”.
Testimonios que reviven el horror
Buena parte del valor literario y social del libro reside en cómo se entreteje la narrativa histórica con testimonios de mujeres sobrevivientes. Las voces que durante años fueron relegadas al olvido o etiquetadas como “deformes por la locura”, ahora se alzan con una fuerza desgarradora.
Una de las sobrevivientes, citada por Stock, relata: “Me desperté sin saber quién era. Tenía espacios vacíos en mi memoria, y decían que era parte del tratamiento. Nunca entendí por qué me obligaban a eso.”
Esta y otras historias humanas sirven no solo para denunciar los horrores cometidos bajo el velo de la medicina, sino también para exigir justicia retrospectiva y reparación ética.
¿Qué es exactamente una terapia electroconvulsiva?
Muchos lectores contemporáneos podrían desconocer los detalles detrás de la terapia electroconvulsiva (TEC). Popularizada en los años 30 y 40, y ampliamente utilizada hasta bien entrados los 80, la TEC consiste en administrar choques eléctricos al cerebro con el fin de inducir convulsiones con supuestos fines terapéuticos.
Según la Asociación Psiquiátrica Estadounidense, la TEC todavía puede ser usada en casos graves de depresión resistente, pero con consentimiento informado y bajo estricta regulación. Esto contrasta radicalmente con lo ocurrido en la “Sleep Room”, donde se usaba sin el consentimiento del paciente.
Jon Stock detalla cómo estas prácticas llevaron a que muchas mujeres terminaran con daños neuronales severos, pérdida permanente de memoria y una vida marcada por un trauma intenso.
La lobotomía: cuando la ciencia olvida a la persona
Uno de los temas más escalofriantes abordados en el libro es la práctica de la lobotomía, una intervención quirúrgica que destruía fibras nerviosas del lóbulo frontal del cerebro. Popularizada en las décadas de 1940 y 1950, su propósito era “calmar” comportamientos considerados inaceptables, como la agresividad o comportamientos “inapropiados” en mujeres.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU., más de 40,000 personas fueron lobotomizadas en el siglo XX en EE.UU. y el Reino Unido. El procedimiento causaba daños irreversibles, y en muchos casos, despersonalizaba completamente al afectado.
En la “Sleep Room”, algunas pacientes fueron lobotomizadas sin ser siquiera informadas.
Psiquiatría y género: una combinación peligrosa
Uno de los ejes más potentes del libro es cómo la misoginia médica alimentó la institucionalización forzada. En aquellos tiempos, una mujer que mostrara conducta sexual activa, que hablara de forma “excesiva” o que cuestionara la autoridad masculina podía enfrentarse a un diagnóstico de histeria o psicosis.
Stock no duda en etiquetar todo el sistema como profundamente patriarcal, donde la psiquiatría se convirtió en una herramienta de opresión de género.
El término “castración emocional” aparece constantemente en los testimonios, reflejando cómo estas mujeres fueron aisladas, desconectadas de su vida social y transformadas en sombras de lo que alguna vez fueron.
¿Por qué se permite tanto tiempo de impunidad?
A pesar de que han pasado más de cinco décadas, casi ningún responsable ha enfrentado cargos. Stock señala con amargura que el sistema de salud, los colegios médicos y el Estado británico en general nunca aceptaron su responsabilidad.
La lectura de ‘The Sleep Room’ despierta una pregunta esencial: ¿cómo se permite tanto tiempo de impunidad ante actuaciones aberrantes cuando las víctimas pertenecen a colectivos vulnerables?
Incluso hoy, muchos centros psiquiátricos siguen funcionando bajo lógicas jerárquicas e inflexibles donde los diagnósticos pueden implicar pérdida de derechos.
Un libro escrito con tacto y rabia bien canalizada
Jon Stock logra mantener el equilibrio entre la empatía hacia las víctimas y la denuncia argumentada contra las autoridades médicas. A pesar de que por momentos alterna entre testimonios, análisis histórico y crítica médica, el resultado es poderoso y envolvente.
Muchos analistas han comparado esta obra con clásicos del true crime y la no-ficción de investigación social, como The Men Who Stare at Goats o incluso The Immortal Life of Henrietta Lacks.
“The Sleep Room” más allá del papel
La publicación del libro ha sido un catalizador para que organizaciones de derechos humanos y defensa del paciente reabran investigaciones históricas sobre prácticas en instituciones psiquiátricas.
Además, la obra ha inspirado la creación de un documental actualmente en producción, con testimonios inéditos y un profundo esfuerzo visual por recrear el entorno de la época. Se espera que este documental vea la luz en 2025, según el sitio de la BBC Documents.
Un recordatorio escalofriante pero necesario
En tiempos donde los derechos humanos y el consentimiento informado parecen premisas básicas en medicina, "The Sleep Room" nos remite al peligro de olvidar nuestra historia.
Es un libro incómodo, angustiante, casi insoportable por momentos. Pero quizás esa es la única forma honesta de contar las historias de quienes fueron silenciadas por tanto tiempo. En palabras de una paciente: “No quiero venganza, pero sí quiero que sepan lo que pasó. Quiero que escuchen mi voz.”
Y gracias a este libro… la estamos escuchando.