Una posible tregua comercial: Trump y China reavivan negociaciones en una tensión global

El expresidente Donald Trump insinúa un viaje cercano a Pekín, mientras EE. UU. y China buscan redefinir sus relaciones comerciales tras años de enfrentamiento económico

¿Un nuevo giro en la guerra comercial?

Donald Trump vuelve a colocar a China en el centro de la conversación internacional. En una comparecencia junto al presidente filipino Ferdinand Marcos Jr., Trump mencionó una visita "no muy lejana" a China, con lo que levanta las expectativas de una posible cumbre con su homólogo Xi Jinping. El encuentro, de realizarse, podría significar un cambio estratégico en una relación marcada por tensiones comerciales, tecnológicas y militares durante los últimos años.

La guerra comercial entre China y Estados Unidos, que explotó durante el primer mandato de Trump, ya ha provocado golpes económicos transversales que afectaron tanto a la economía global como a consumidores y fabricantes en ambas naciones. Si bien la retórica ha continuado durante los años posteriores, con altibajos diplomáticos, los recientes gestos indican que podría estarse gestando una nueva etapa.

Recuento de una guerra: el inicio del proteccionismo en la era Trump

En 2018, Donald Trump lanzó una ofensiva arancelaria sin precedentes contra productos chinos, elevando los aranceles hasta un 145% en algunas categorías. En respuesta, China impuso sus propios aranceles, llegando al 125% en bienes estadounidenses, y limitaciones en sectores estratégicos como la exportación de tierras raras, cruciales para la industria tecnológica.

Los efectos fueron inmediatos: aumento en los precios para consumidores estadounidenses, interrupciones en cadenas globales de suministros y ralentización del crecimiento económico en Asia y América del Norte. Bloomberg Economics estimó en 2020 que la guerra comercial redujo el PIB de EE. UU. en cerca de 0.5% y el de China en 0.3%.

Gesto para calmar las aguas: vuelta al comercio de tierras raras

En sus más recientes declaraciones, Trump se mostró optimista al destacar que China ha reanudado el envío récord de imanes de tierras raras, materiales esenciales en tecnología de punta como iPhones, vehículos eléctricos y turbinas eólicas. Se trata de un gesto diplomático que podría estar enviando un mensaje claro: Pekín está dispuesto a negociar.

Este tipo de material ha sido definido por el Departamento de Energía de EE. UU. como “crítico para la seguridad nacional”. El hecho de que China, que domina aproximadamente el 70% de su producción global, reanude exportaciones a gran escala puede interpretarse como un paso proactivo hacia la desescalada de tensiones.

Guerra de aranceles, batalla de diplomacias

El posible encuentro entre Trump y Xi aún no tiene fecha, pero se baraja como opción estratégica no solo en términos diplomáticos sino también electorales. Observadores como Danny Russel, del Asia Society Policy Institute, sostienen que “Trump siempre ha mostrado interés por visitar China y Pekín ha utilizado eso como moneda de cambio”.

También Sun Yun, directora del programa de China del Stimson Center, cree que hay una negociación en curso para lograr un acuerdo comercial que permita a ambas potencias capitalizar políticamente un deshielo.

Se baraja noviembre como un posible mes para la visita, aunque dependerá de lo que cada parte esté dispuesta a conceder. El Tesoro estadounidense ha comenzado negociaciones con sus contrapartes chinas pensando en extender el plazo límite del 12 de agosto, fecha para concretar una bajada de aranceles y avanzar hacia un acuerdo más estable.

Marcos Jr. y la geopolítica del Indo-Pacífico

En su reunión con Ferdinand Marcos Jr., Trump elogió la relación militar con Filipinas como “fantástica”, un claro mensaje destinado a Beijing. China ve con recelo la presencia militar estadounidense en el Indo-Pacífico como un obstáculo a su hegemonía regional. Filipinas, en tanto, funge como pivote estratégico entre las dos potencias.

El fortalecimiento de aliados en la región es parte de la doctrina estadounidense para contener el avance chino en frentes como el Mar de China Meridional y Taiwán, puntos calientes que podrían dinamitar cualquier intento de acercamiento si no se manejan con cautela diplomática.

¿Qué implica este viraje comercial con China?

  • Para Estados Unidos: Un posible alivio a la inflación si se reducen barreras comerciales. También permitiría a las industrias tecnológicas y manufactureras acceder a insumos críticos como tierras raras en mejores condiciones.
  • Para China: Mejoramiento de su imagen global como cooperador económico, en un momento en que su comercio con Europa decae.
  • Para el mundo: Posible enfriamiento de tensiones económicas globales, aunque los resultados dependerán de los términos del acuerdo.

Perspectivas internas: presión en Washington

Aunque Trump se muestra dispuesto a negociar, no todos en su entorno político comparten su entusiasmo. Sectores republicanos y demócratas mantienen líneas duras con respecto a China, especialmente en lo relacionado a espionaje tecnológico y derechos humanos.

Scott Bessent, secretario del Tesoro, ha indicado que también serán parte de la conversación los temas de exportaciones de petróleo ruso e iraní a China, así como su apoyo económico a Moscú en el conflicto de Ucrania.

Este tipo de condiciones complica un acuerdo comercial integral, ya que introduce dimensiones estratégicas y militares que pueden obstaculizar un simple “quid pro quo” económico.

China, estrategia diplomática y la jugada DuPont

Parte del esfuerzo reciente de Pekín incluye maniobras como la suspensión de la investigación antimonopolio contra DuPont, una corporación química estadounidense. Esto fue interpretado como una clara señal de distensión.

DuPont, que estaba siendo investigada desde abril, se declaró “complacida” con la decisión. La noticia llega justo cuando las conversaciones comerciales bilaterales se intensifican, dando a entender que China también busca avanzar hacia un escenario de menor confrontación.

¿Qué podemos esperar a corto plazo?

De concretarse la visita de Trump a China en noviembre, ambos líderes tendrán frente a sí un difícil equilibrio entre sus respectivas necesidades políticas internas y la presión internacional por mantener la estabilidad económica global.

Esto no significará necesariamente el fin de las diferencias estructurales entre ambas potencias, pero sí podría abrir la puerta a una relación más pragmática. Con las elecciones presidenciales a la vista en Estados Unidos, un triunfo diplomático con China podría ser una herramienta estratégica de campaña para Trump.

Mientras tanto, los mercados y analistas estarán atentos. Porque si algo es seguro en esta larga saga geoeconómica, es que cada paso genera consecuencias que rebasan fronteras y afectan millones de vidas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press