“Oh, Hi!” y el caos romántico moderno: cuando el amor nos encadena... literalmente
La comedia romántica de Sophie Brooks es una radiografía delirante, pero precisa, del desconcierto sentimental que vivimos hoy
¿Quién dijo que el amor era simple?
En medio de un panorama romántico cada vez más confuso —marcado por las citas por apps, los miedos al compromiso y el auge de discursos sobre el “heterofatalismo”—, Sophie Brooks nos entrega “Oh, Hi!”, una película que, bajo el velo de una comedia romántica moderna, disecciona con acidez los absurdos y códigos no escritos del amor contemporáneo.
Protagonizada por Molly Gordon (Iris) y Logan Lerman (Isaac), esta cinta se suma a un puñado de películas recientes como “Materialists” de Celine Song, que buscan darle sentido a ese caos llamado romance, o al menos reírse de él. El resultado: una película que empieza dulce como una fresa y termina tan ácida como un limón mal exprimido.
El buen inicio que desciende al caos
En un principio, Iris e Isaac parecen la pareja ideal: cantan juntos en el auto, comparten bromas cómplices y se muestran cariñosos. La química entre ellos es genuina y eso se siente en pantalla. La escena de las fresas —producto de un accidente trivial— es casi un homenaje al inicio de los romances cinematográficos: trivial, tierno y lleno de posibilidades.
Pero esa armonía inicial es una trampa narrativa. Desde la primera escena, con Iris llorando sin consuelo frente a su amiga Max (Geraldine Viswanathan), sabemos que va a ocurrir algo malo.
La conversación que todos evitan
“Oh, Hi!” destroza, literalmente, la zona gris donde habitan tantas relaciones de hoy.
Todo colapsa tras una escena atrevida pero reveladora, donde el juego sexual se convierte en metáfora de la comunicación fallida: Isaac, encadenado a la cama por consentimiento previo, termina prisionero de Iris, que decide “no soltarlo” hasta entender qué son exactamente como pareja.
Él pensaba que no eran exclusivos. Ella creía que sí. Él cocinó vieiras, ¿no significa eso amor? Ella le contó sus secretos, ¿no basta eso como compromiso?
Iris toma una decisión extrema, pero también simbólica: en un mundo donde las etiquetas se evitan como la peste, alguien tenía que forzar una conversación incómoda. Aunque fuera con cadenas.
Una reflexión feminista (y también autocrítica)
Lo más interesante de la cinta es que no cae en la trampa fácil de convertir a Iris en la villana. Claro, su accionar es inaceptable. Pero dentro del marco de la película, Brooks y Gordon (quien también coescribió el guión) logran que su personaje siga siendo empático y humano.
La decisión de retener físicamente a su pareja se transforma en metáfora hilarante (y aterradora) de cómo las expectativas no compartidas en las relaciones heterosexuales conducen, inevitablemente, al resentimiento, el desconcierto y la desesperación.
La película pone sobre la mesa clichés de género que siguen vigentes: la mujer “necesitada” de afecto versus el hombre “desapegado” emocionalmente. Lo interesante es que “Oh, Hi!” no intenta deconstruirlos con pedagogía —los caricaturiza hasta el absurdo.
Un guion con altibajos, pero una actuación con corazón
La entrada de Max y su novio Kenny (John Reynolds) añade una nueva capa de comedia, pero también cierto desvío innecesario. Mientras más personajes entran en juego, más se difumina lo potente del núcleo principal: Iris enfrentando, con desquicio y ternura, la imposibilidad de sincronizar expectativas amorosas.
Sin embargo, esto no arruina la experiencia. Molly Gordon brilla en pantalla y logra un equilibrio impecable entre el drama emocional y el humor físico. Su personaje se mantiene, pese a todo, cercano y reconocible. Lerman, en un rol más contenido, ofrece lo suficiente para que el espectador se preocupe por él, aunque quiera gritarle: “¡Hombre, solo di qué sientes de una vez!”
¿Una nueva esperanza para la comedia romántica?
El cine romántico lleva años intentando adaptarse a “los tiempos que corren”. Donde antes bastaban una serie de malentendidos y una gran declaración final, hoy el género debe lidiar con citas por apps, relaciones no definidas y el miedo exacerbado al sufrimiento emocional.
Datos de interés:
- “Oh, Hi!” está dirigida por Sophie Brooks y distribuida por Sony Pictures Classics.
- La película tiene una duración de 94 minutos y clasificación R, por lenguaje y contenido sexual.
- Se estrena oficialmente este viernes y forma parte del auge reciente de comedias románticas con “twist millennial”.
Películas como esta recuerdan los tiempos de “When Harry Met Sally” o “500 Days of Summer”, pero actualizadas al cinismo y ansiedad romántica actuales.
El verdadero mensaje: besar está bien; hablar, mejor
Más que una comedia romántica, “Oh, Hi!” es una cápsula de ansiedad millennial en el terreno de las relaciones. Un espejo distorsionado en el que muchos reconocerán sus propias experiencias sentimentales, absurdas y entrañables.
Como dice uno de los diálogos de Iris (mientras insiste en seguir hablando): “No me digas que no importa. Porque para mí, importa todo.”
Quizá eso resume lo que esta película quiere contarnos: el amor importa. Pero más importa cómo hablamos —o fallamos al hablar— de él.
Una joya inesperada en tiempos de desamor digital
“Oh, Hi!” no es una oda al romance. Es una radiografía mordaz de las heridas, los malentendidos y las cadenas invisibles que arrastramos en las relaciones modernas. Y, desde ese lugar, logra algo valioso: hacer que nos riamos de lo absurdamente complicado que hemos vuelto el amar.