El calor que mata: el impacto invisible del cambio climático en los trabajadores de Europa

Olas de calor, muertes evitables y protesta social: cómo la crisis climática está transformando el mundo laboral al aire libre en España, Grecia e Italia

El aumento invisible de una amenaza mortal

El verano en el sur de Europa no solo trae turistas, playas y festivales. También llega con algo cada vez más temido: el calor extremo. A medida que las temperaturas alcanzan niveles récord, los trabajadores al aire libre enfrentan condiciones indescriptibles. El cambio climático deja de ser una advertencia futura y se convierte en una realidad laboral diaria para miles de personas.

Desde Barcelona a Atenas y Roma, las consecuencias del calor son cada vez más palpables. La muerte de Montse Aguilar, una barrendera de 51 años en españolas condiciones laborales precarias, representa un símbolo para una crisis mayor: el trabajo bajo altas temperaturas mata.

Barcelona: justicia para Montse

El 16 de julio de 2025, cientos salieron a las calles de Barcelona bajo una pancarta que decía: “El calor extremo también es violencia laboral. Justicia para Montse.” Aguilar falleció durante su jornada laboral en medio de una ola de calor que rompió récords en la ciudad catalana.

Según el Instituto de Salud Carlos III, más de 1.000 muertes en exceso se registraron en España en junio y julio a causa de temperaturas extremas. Muchas de ellas son muertes evitables, relacionadas con condiciones de trabajo inadecuadas bajo el sol abrasador.

Antonia Rodríguez, barrendera desde hace 23 años, relata: “Cada año es peor. Este trabajo se está volviendo insoportable. Algo tiene que cambiar.”

Medidas tardías y sindicatos en pie de guerra

Después de la muerte de Aguilar, el Ayuntamiento de Barcelona implementó nuevas normas para los trabajadores del aseo urbano:

  • Uniformes de tejido transpirable
  • Protección solar obligatoria (sombreros y crema solar)
  • Pausas de agua cada hora al superar los 34°C
  • Suspensión del trabajo si se superan los 40°C

Sin embargo, los sindicatos denuncian que estas medidas no se están aplicando. Trabajadores son sancionados por tomarse pausas o por moverse más lentamente al ritmo que marca su propio cuerpo expuesto al calor.

La empresa FCC Medio Ambiente, empleadora de Aguilar, se limitó a emitir condolencias sin abordar las críticas sobre la aplicación de protocolos de calor.

Grecia: calor asfixiante y regulaciones parciales

Atenas ha implementado algunas medidas para proteger a los trabajadores de la construcción y reparto: pausas obligatorias, recomendaciones de ajustar turnos y controles de seguridad durante los meses cálidos. Pero carecen de rigor legal que obligue a cambios estructurales.

El cocinero Thomas Siamandas, que trabaja con parrillas de souvlaki a más de 38°C, lo resume así: “Tenemos que saber cuándo tomar un descanso antes de que el calor nos supere. Bebemos mucha agua, realmente mucha.”

La Confederación General de Trabajadores Griegos (GSEE) está demandando vigilancia durante todo el año, y no solo en los picos estivales.

Roma: turismo entre ruinas y riesgo de desmayo

En el corazón de la Ciudad Eterna, guías turísticos como Massimo De Filippis difunden historia mientras sudan bajo el sol. Trabaja en el Foro Romano, sin sombra ni viento, donde entre las 12 del mediodía y las 3:30 p.m. el calor puede alcanzar niveles peligrosos.

“La gente se desmaya aquí todos los veranos”, denuncia Francesca Duimich, representante de más de 300 guías de la federación Federagit. Han solicitado adelantar la apertura del parque arqueológico Colosseo, pero hasta ahora han sido ignorados.

Un problema estructural: el cambio climático y la precarización

Todos estos casos forman parte de un problema sistémico mayor. El informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 2023 advirtió que Europa y Asia Central han sido las regiones con mayor incremento en la exposición de trabajadores a calor excesivo en el siglo XXI.

“El estrés térmico es un asesino invisible”, dijo la OIT. “Las jornadas laborales deben adaptarse a la nueva realidad climática.”

Y es que estos trabajadores no pueden recurrir al aire acondicionado que protege a quienes trabajan en oficinas. Para ellos, el calor no es una molestia: es una amenaza directa.

Las condiciones físicas del trabajo al aire libre

El calor extremo no solo implica incomodidad. Médicamente, los trabajadores expuestos prolongadamente a más de 32°C ya están en riesgo fisiológico. A los 40°C, el cuerpo humano simplemente no puede mantenerse fresco, y comienzan los colapsos.

Los síntomas del golpe de calor van desde mareos y náuseas hasta pérdida de conciencia y eventualmente muerte si no se actúa de inmediato. Y cuando esto ocurre en pleno turno laboral, la responsabilidad suele ser difusa.

La edad también influye

Otro factor que agrava la situación es el envejecimiento del personal. Muchos trabajadores del aseo y guías turísticos superan los 50 años. El cuerpo humano pierde capacidad de termorregulación con la edad, por lo que personas como Montse Aguilar estaban doblemente vulnerables.

En Portugal, se han empezado a estudiar políticas de jubilación anticipada para trabajos al aire libre, considerando los impactos que el cambio climático exacerba. Esta podría ser una medida replicable en otros países europeos.

Adaptaciones que deberían ser la norma

Entre las propuestas que están sobre la mesa en varios países y bajo estudio en la UE se encuentran:

  • Paradas obligatorias por calor en horarios específicos
  • Evaluaciones diarias de riesgo térmico por región laboral
  • Provisión de hidratación gratuita por parte del empleador
  • Derechos sindicales ampliados para trabajar bajo calor
  • Promoción del trabajo nocturno o antes del amanecer en jornadas estivales

Los expertos coinciden: estas medidas no solo salvan vidas, también hacen más productivo el trabajo. Un trabajador agotado no rinde.

El papel de los ciudadanos y consumidores

Como sociedad, también tenemos algo que decir. Al contratar servicios turísticos, consumir en terrazas o generar residuos bajo temperaturas abrasadoras, es vital cuestionarnos: ¿las personas que cumplen estas funciones tienen derechos equitativos a la seguridad física y bienestar?

Un paso puede ser apoyar campañas de visibilización como las de “El calor también es violencia laboral” o presionar a las autoridades locales para implementar normas ISO de salud térmica laboral.

Conclusión: cuando el clima exige justicia social

En medio de un verano europeo caracterizado por temperaturas récord y protestas obreras, el mensaje es claro: el cambio climático ya no es solo una cuestión ambiental, es también un desafío de justicia social y laboral.

Ignorar el impacto del calor en los trabajadores es perpetuar una forma moderna de explotación. El clima cambia. Nuestra ética laboral y nuestras reglas también deben hacerlo.

Como escribió el cartel en la protesta barcelonesa: “El calor extremo también es violencia laboral”. Y es hora de actuar como tal.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press