El regreso de Happy Gilmore: una oda a la comedia noventera y a los recuerdos que nunca mueren

Adam Sandler desempolva el bate de golf para revivir una de sus películas más queridas. ¿Podrá la secuela conquistar a una nueva generación sin perder la chispa del clásico original?

Un swing que cambió la historia del golf (y de la comedia)

Cuando Adam Sandler tenía apenas unos años y vivía en New Hampshire, su padre, un apasionado del golf, solía llevarlo al campo de prácticas. Pero el pequeño Adam no compartía el entusiasmo. Fue entonces cuando su padre le dijo: “¿Por qué no traes a un amigo?”. Y así fue como Happy Gilmore empezó a gestarse.

Ese amigo era Kyle McDonough, un jugador estrella de hockey que más tarde se volvería profesional. En una visita, Kyle tomó el palo de golf por primera vez... y su golpe fue increíble. Esa mezcla de energía, técnica de hockey y brutalidad inspiró a Sandler años después, mientras escribía guiones junto a su inseparable amigo Tim Herlihy.

Así nació "Happy Gilmore", lanzada en 1996. Una comedia que mezclaba el mundo del golf con la irreverencia del hockey y un humor absurdo que marcaría una era en las comedias hollywoodenses.

Una película para la eternidad

Con un presupuesto modesto y pocos augurios de convertirse en clásico, "Happy Gilmore" recaudó $39 millones en EE.UU. y Canadá. Con el paso de los años, gracias a constantes repeticiones en TV y ediciones en DVD que terminaron rayadas de tanto uso, la película se convirtió en culto.

Los críticos no fueron amables: Roger Ebert la tildó de “sociopatía violenta”, y la revista EW la describió como una “broma de una sola línea”. Pero el público dijo otra cosa: a más de uno le cambió el enfoque del golf... y del humor.

No puedo contar cuántas veces la vi”, confesó Benny Safdie, cocreador de Uncut Gems. “La tenía en DVD y la ponía en bucle. Cierro los ojos y veo la película de principio a fin.”

Happy vuelve, y no es sólo nostalgia

Después de años de negarse a una secuela, Adam Sandler finalmente regresa como Happy Gilmore en una segunda entrega estrenada por Netflix. Y no es exagerado decir que es el blockbuster de comedia más esperado del verano.

¿Por qué tardó tanto? “Simplemente no queríamos arruinar algo que la gente quería”, dice Sandler. La historia en esta secuela se enfoca en un Happy retirado, padre de cinco hijos, que tras un incidente trágico se ve obligado a volver al golf... pero esta vez como insider y protector del deporte.

En palabras de Sandler: “Queríamos hacer una comedia pura, sin pretensiones. Hay algo maravilloso en intentar hacer reír a la gente. Eso nos llevó a esta industria.”

Los fantasmas del pasado revolotean

Herlihy y Sandler no son ajenos al síndrome de la mala secuela. Comedias como Zoolander 2 o Anchorman 2 han tropezado al intentar revivir antiguos éxitos. Incluso Caddyshack II —la película favorita de Sandler— fue un desastre rotundo en 1988.

Por eso, la secuela de Happy Gilmore es tan especial. Porque además de retomar el espíritu del original, hace homenaje a los ausentes: Bob Barker, Carl Weathers, Frances Bay y tantos más que dejaron una huella imborrable en la primera entrega.

La estrategia fue clara: revivir la chispa, mantener el tono y rodearse de viejos conocidos... y nuevas estrellas.

El elenco soñado: de pros del PGA a Bad Bunny

El reparto de Happy Gilmore 2 es digno de un evento cultural. La película incluye cameos de estrellas como Travis Kelce, Margaret Qualley y Bad Bunny, quien brilla en una secuencia que mezcla español, farsa y swing.

No faltan tampoco los hall of famers del golf. Justo después de ganar el British Open, Scottie Scheffler tomó un vuelo directo a Nueva York para asistir a la premier. Así de magnética es la fuerza de Happy.

“Los golfistas siguen intentando el Happy Gilmore swing”, cuenta Herlihy. “Incluso Bryson DeChambeau lo intentó. ¡Le dio tan fuerte que la bola voló 360 yardas sin que pestañeara!”

De generación en generación

Muchos se preguntan por qué esta secuela tiene tanto impacto. Y la respuesta parece sencilla: la comedia no ha muerto, pero sí cambió. El estilo slapstick y absurdo de los 90 ha sido reemplazado por humor más sutil, muchas veces más ácido o autorreferencial.

Volver al chiste físico, al personaje entrañable con furia contenida, al absurdo puro... es un regalo. “Fue como vernos a nosotros mismos otra vez,” relata Sandler sobre el proceso de escritura junto a Herlihy. “Ver la primera película nos ayudó a encontrar ese tono otra vez. Lo sentíamos.”

Legado inmortal

“El golpe estilo Happy Gilmore” ya no vive solamente en sus películas. Vive en los campos de golf reales, en carretes de TikTok y en las primeras “metidas de pata” con un driver.

Un deporte tan elitista como el golf fue trastocado por un jugador de hockey violento y encarnado por un comediante eléctrico. Y esa transformación sigue generando risas... y buenos swings.

Con 58 años y una carrera que ha mutado de bufón a actor dramático, Sandler demuestra que, si bien sus registros artísticos han cambiado, no olvida qué lo hizo famoso: hacer reír. “Aún hay tiempo para divertirnos con un buen guion”, agrega.

Un tributo inesperado

Happy Gilmore 2 también es una carta de amor a quienes ya no están. El cocodrilo que muerde manos, el señor Barker que lanza puñetazos, Weathers entrenando con sabiduría... todos tienen un guiño in memoriam.

Y no es casualidad. La película —en su locura— también habla de la pérdida, del tiempo y del paso de la gloria. Un lugar común dentro del deporte... y del cine.

¿Y ahora, qué sigue?

¿Podemos pedir una tercera entrega? Quizás no. ¿Se necesita? Tampoco. Porque como dice Safdie, “Happy Gilmore está en nuestra memoria colectiva, en nuestras frases, en nuestros swings fallidos”.

Y ahora, esa memoria ha sido extendida con un pase de comedia torpe, pero emocionante, hacia una nueva generación. Con Bad Bunny, Netflix y leyendas del golf, el universo de Happy sigue creciendo sin perder su esencia.

Y tú, ¿ya intentaste tu propio golpe al estilo Happy?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press