Los Buffalo Bills, bajo los reflectores de ‘Hard Knocks’, buscan romper su maldición en playoffs

Con Josh Allen a la cabeza, la serie de HBO revela los retos, la presión interna y el objetivo inquebrantable de llevar a Buffalo su primer Super Bowl.

Por primera vez desde que Sean McDermott llegó como entrenador en jefe en 2017, los Buffalo Bills permitirán a las cámaras del popular programa 'Hard Knocks' de HBO adentrarse en su campo de entrenamiento. Y no podría llegar en un momento más decisivo.

La atención mediática se intensifica: Josh Allen como figura central

Josh Allen ya no es solo un mariscal estelar en la NFL. Es una celebridad. Casado recientemente con la actriz Hailee Steinfeld y tras firmar una extensión multimillonaria, Allen enfrenta el desafío de liderar a los Bills más allá de una temporada regular estelar. La presión es inmensa. Y ahora, con las cámaras de HBO documentando cada paso, palabra y victoria —o derrota—, queda menos espacio para el error.

“Estamos haciendo todo lo posible para traer un Lombardi a Nueva York Occidental”, declaró Allen con convicción durante el tráiler del programa.

Aunque Allen ha sido protagonista de cinco campañas consecutivas con al menos 10 victorias, el talón de Aquiles de los Bills sigue siendo el mismo: los playoffs, y especialmente Patrick Mahomes y sus Chiefs, quienes los eliminaron cuatro veces en los últimos cinco años, incluyendo la final de la AFC en enero pasado, con un marcador de 32-29.

'Hard Knocks': ¿oportunidad o distracción?

El entrenador Sean McDermott ha buscado transformar la exposición mediática en una ventaja competitiva. “La atención extra es una buena práctica para enfocarnos aún más. No tenemos nada que ocultar”, apuntó.

Desde que McDermott y el gerente general Brandon Beane asumieron el control del equipo, han conseguido seis apariciones consecutivas en playoffs, una hazaña notable para una franquicia que estuvo 17 años sin clasificarse. Aun así, los fantasmas del pasado siguen sobrevolando Orchard Park.

James Cook y la discordia económica

Uno de los temas más candentes del campo de entrenamiento es el del corredor estrella James Cook. Luego de liderar la liga con 16 touchdowns terrestres la temporada pasada (empatado), Cook busca un contrato de $15 millones por temporada. El problema: el equipo no tiene el tope salarial suficiente para satisfacer esa demanda.

“Me gusta mi dinero, por eso estoy aquí”, dijo sin rodeos Cook, explicando por qué se presentó en las sesiones obligatorias tras evitar las voluntarias.

Beane reconoció el valor de Cook: “James es competitivo, un gran compañero y quiere quedarse. Pero a veces no puedes ponerte de acuerdo”.

Refuerzos defensivos y lesiones cruciales

El equipo ha reconstruido su línea defensiva tras la partida de Von Miller. Entre las incorporaciones destaca Joey Bosa, proveniente de Los Angeles Chargers, quien firmó por un año y $12.6 millones, a pesar de un historial preocupante de lesiones. Bosa apenas ha jugado 28 partidos en las últimas tres temporadas, pero en ellos ha sumado 14 capturas.

Por otra parte, los Bills deberán lidiar con suspensiones y lesiones. Larry Ogunjobi y Michael Hoecht, dos fichajes clave, estarán fuera seis partidos por violaciones a la política de sustancias prohibidas. Dawson Knox (hamstring) y Spencer Brown (espalda) empiezan en listas de lesionados sin fecha clara de regreso.

Rookies con responsabilidad inmediata

La defensiva también se rejuvenece con novatos que serán puestos a prueba desde el inicio: el esquinero Maxwell Hairston, el tackle defensivo T.J. Sanders y el ala defensiva Landon Jackson. La apuesta: que el empuje juvenil contrarreste la experiencia perdida en la reconstrucción.

Una franquicia determinada, un pasado que estorba

Reid Ferguson, el jugador con más antigüedad en el equipo (desde la era de Rex Ryan), afirma que el tono en el vestuario ha cambiado radicalmente desde aquellos días. “Queremos usar ‘Hard Knocks’ como una plataforma para mostrar quiénes somos realmente”, dijo.

Pero más allá de micrófonos, guiones y cámaras, la realidad es esta: los Bills enfrentan una temporada crucial. La ventana de su núcleo competitivo —Allen, Cook, Diggs (aunque su futuro es incierto), White, entre otros—, no durará para siempre. Cada temporada que termine sin el Trofeo Lombardi es un año más lejos del objetivo.

Una cuestión de legado

Desde su fundación en 1960, los Buffalo Bills nunca han ganado el Super Bowl. De hecho, fueron finalistas en cuatro ocasiones consecutivas durante los años 90… y perdieron las cuatro. La ciudad no ha olvidado. Es una herida abierta que Allen y compañía buscan cerrar.

Para el dueño del equipo, Terry Pegula, esta es una oportunidad de oro no solo para ganar, sino para consolidar a los Bills como una franquicia moderna, competitiva y emblemática de la liga, con una narrativa atractiva en televisión y un producto sólido en el campo.

El test real no llega en agosto, sino en enero

El 5 de agosto comienza 'Hard Knocks', con todo el marketing y atención mediática que ello implica. Pero lo que realmente contará será cómo responderá Buffalo en los momentos críticos: tercera y largo en la Ronda Divisional, últimos dos minutos ante Kansas City, la defensa tras una pérdida de balón en territorio rival.

Hasta entonces, las cámaras captarán sonrisas, chistes, estrategias, frustraciones y sudor. Pero el verdadero objetivo es uno solo: romper el hechizo, conquistar la Americana y, finalmente, alzar el Trofeo Vince Lombardi.

Y como dijo Allen: “Mi mamá verá el programa, así que estoy siendo cuidadoso con mis palabras”. Quizá valdría la pena también ser cuidadoso con los errores en el campo. Ya no hay margen. No más excusas. Es ahora o nunca.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press