Trump y los aranceles: ¿guerra comercial o estrategia negociadora?

Análisis de los acuerdos comerciales recientes entre EE.UU. y Asia y sus efectos en la economía global y en las tensiones geopolíticas

En los últimos meses, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado su protagonismo en el comercio global mediante una serie de negociaciones que han sacudido la economía asiática. Con acuerdos recién firmados con Japón, Indonesia y Filipinas, y con negociaciones aún abiertas con China, los efectos de su política comercial no solo alteran los flujos económicos, sino que amplifican las tensiones diplomáticas y el temor a una desaceleración económica mundial.

Una política comercial basada en la presión

Desde el inicio de su mandato, Trump ha usado los aranceles como herramienta para renegociar relaciones comerciales que considera desfavorables para EE.UU. El ejemplo más reciente: la imposición de aranceles del 15% a las importaciones desde Japón, una reducción significativa de los aranceles iniciales del 25% que el propio Trump había amenazado imponer.

La noticia fue bien recibida en Tokio, especialmente por los gigantes automotrices como Toyota y Honda, cuyas acciones subieron a doble dígito. Para Shigeru Ishiba, primer ministro japonés, el acuerdo “beneficia a ambas entidades y permite una cooperación más estratégica para enfrentar desafíos globales”.

Acuerdos parciales, tensiones prolongadas

Filipinas e Indonesia también respiraron aliviadas tras cerrar acuerdos comerciales con EE.UU. Aunque los aranceles seguirán siendo altos (19% para ambos países), estos representan una mejora frente a tarifas anteriores: Filipinas evitó pasar del 20% y Indonesia logró reducir sus aranceles desde un alarmante 32%.

No obstante, el panorama no es uniforme. Vietnam enfrenta una tarifa del 20% a sus exportaciones y una penalización adicional si se comprueba que las mercancías provienen indirectamente de China; situación aún sin resolución formal.

China: el gigante en la cuerda floja

Las negociaciones entre EE.UU. y China siguen en curso, con una fecha límite tentativamente fijada para el 12 de agosto, aunque el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ya ha insinuado una posible prórroga.

Tras una serie de escaladas arancelarias que rozaron lo absurdo (EE.UU. llegó a imponer un arancel del 145% a productos chinos), ambas partes accedieron a ceder: EE.UU. redujo dicha tarifa al 30% por 90 días y China bajó sus restricciones del 125% al 10%, lo que alivió a muchos sectores manufactureros.

A pesar del armisticio temporal, las empresas siguen desconfiando. “Hay demasiada incertidumbre. Nadie quiere invertir en una economía que podría ser sancionada mañana sin previo aviso”, comentó John Taylor, analista de UBS en Hong Kong.

Los grandes perdedores: Corea del Sur, Tailandia y otros

El enfoque coercitivo de Trump ha dejado a varias naciones en alta tensión. Con la fecha límite del 1 de agosto acercándose, países como Corea del Sur, Tailandia, Myanmar, Camboya y Malasia enfrentan aranceles que van desde el 25% hasta el 40%.

  • Corea del Sur: 25%
  • Myanmar y Laos: 40%
  • Camboya y Tailandia: 36%
  • Serbia y Bangladesh: 35%
  • Sudáfrica y Bosnia: 30%

Trump ha sido explícito en advertir que cualquier represalia por parte de estos países –como elevar sus propios aranceles– implicaría aún más sanciones.

Efectos en la economía regional

Todos estos movimientos geopolíticos ya están teniendo efectos en las proyecciones económicas. Según el Banco Asiático de Desarrollo, se espera que el crecimiento en Asia Pacífico se reduzca a 4.7% en 2025, y a 4.6% en 2026, una baja respecto a estimaciones anteriores.

La Asean+3 Macroeconomic Research Office (AMRO) es aún más pesimista: proyecta un crecimiento de solo 3.8% en 2025. “La presión asimétrica de Estados Unidos está afectando directamente la confianza empresarial y el comercio entre los países de la región”, afirmó Dong He, economista jefe de AMRO.

Además, la incertidumbre creciente afecta también a los mercados financieros. Analistas estiman que entre julio y agosto de 2025, las bolsas asiáticas perdieron en promedio un 5.6% de capitalización dada la caída del comercio y la volatilidad monetaria.

¿Una estrategia o una guerra de desgaste?

Algunos expertos creen que la estrategia de Trump no busca destruir el sistema comercial, sino reescribir sus reglas con un enfoque proteccionista. “Trump no es anticomercio, solo quiere que EE.UU. esté en el centro de todas las relaciones. Es una visión neomercantilista del siglo XXI”, opinó Robert Lighthizer, ex Representante de Comercio de EE.UU. durante la administración Trump.

Sin embargo, esta metodología tiene costos: las compañías estadounidenses que importan productos también enfrentan aumentos en sus gastos y, en consecuencia, consumidores que pagan más. En sectores como la electrónica, prendas de vestir o autopartes, los costos han subido entre un 10% a 25% desde la entrada en vigor de estos aranceles.

La idea de “tarifas recíprocas” de Trump parece estar redefiniendo el concepto de libre comercio hacia un modelo de compensaciones políticas y económicas.

Implicaciones geopolíticas

Mucho más allá del factor económico, los recientes acuerdos comerciales están reconfigurando las alianzas geopolíticas. Países como Japón e Indonesia tienen ahora motivos estratégicos adicionales para acercarse a Washington, mientras que China se ve presionada a aceptar ciertas condiciones para sostener su rol como fábrica del mundo.

Esta redistribución del poder económico podría alterar también correlaciones políticas. Uno de los principales triunfos diplomáticos de EE.UU. fue el compromiso de Indonesia de eliminar la mayoría de sus barreras no arancelarias a productos estadounidenses.

“El verdadero pacto no son los aranceles, sino la reconfiguración de cómo se desenvuelve el comercio en Asia. Trump está apostando al desmantelamiento tácito del rol dominante de China mediante alianzas tácticas”, comentó Li Xianming, politólogo en la Universidad de Pekín.

¿Qué sigue?

Con nuevas rondas de negociación previstas en Suecia, y con una posible visita de Trump a China en el horizonte, el tablero sigue en movimiento. Sin embargo, los riesgos aumentan: cualquier paso en falso podría llevar a un conflicto económico de dimensiones mucho mayores.

Los próximos meses serán decisivos. El desenlace marcará no solo la estabilidad de la economía global, sino la narrativa política que domine el siglo XXI: ¿el fin del multilateralismo comercial o su renacimiento bajo nuevas reglas?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press