Demasiado fútbol, demasiado pronto: la sobrecarga invisible en el fútbol femenino

El ascenso meteórico del fútbol femenino choca con agendas saturadas, lesiones crecientes y una alarmante falta de descanso para sus protagonistas

La otra cara del auge del fútbol femenino

Durante las últimas dos décadas, el fútbol femenino ha experimentado un crecimiento sin precedentes. Más ligas profesionales, torneos internacionales, fichajes millonarios y transmisiones en vivo forman parte de una industria que avanza a pasos agigantados. Sin embargo, este crecimiento también ha traído consigo una amenaza silenciosa: la sobrecarga física y mental de las futbolistas.

Jugadoras como Millie Bright (Inglaterra), Vivianne Miedema (Países Bajos) y Katie McCabe (Irlanda) han comenzado a alzar la voz. La exigencia deportiva y la escasa recuperación entre torneos están empujando a muchas de ellas al borde del colapso.

Una agenda imposible

El calendario internacional está repleto: la Eurocopa 2025, la Copa América Femenina, la Women’s Nations League, los Juegos Olímpicos de París 2024, sin olvidar torneos como la Women’s Champions League y ligas nacionales de alta competencia.

La directora de política global para el fútbol femenino de FIFPRO, Alex Culvin, ha sido contundente: "El crecimiento ocurre frente a nuestros ojos, pero no podemos exigir más sin ofrecer períodos de descanso reales y protegidos". Según FIFPRO, más del 40% de las futbolistas encuestadas han jugado partidos bajo condiciones físicas inadecuadas en el último año.

Lesiones en ascenso: una alerta roja

El caso más paradigmático es el de Vivianne Miedema, una de las delanteras más temidas del planeta, actualmente en el Manchester City. En abril, tras una nueva lesión muscular jugando con los Países Bajos, Miedema expresó en redes sociales: “Decirlo una y otra vez: quienes organizan el calendario deben acordar que esto es insostenible para la salud física y mental de las jugadoras”.

No es una percepción aislada. El estudio Player Workload Monitoring Tool de FIFPRO indica que jugadoras como Aitana Bonmatí (5.045 minutos) y Mariona Caldentey (4.976 minutos) acumularon cargas físicas superiores a los 55 partidos en solo un año.

Un patrón emerge: las lesiones musculares y articulares han aumentado un 20% en futbolistas de élite femenina en los últimos tres años (datos recogidos por Sports Science Journal, 2024).

Escasez de descanso: vacaciones virtuales

Emma Hayes, entrenadora de la selección femenina de Estados Unidos, dejó fuera a varias de sus jugadoras que militan en Europa del último tramo internacional. ¿La razón? "Necesitan tiempo real de recuperación después de temporadas extenuantes", afirmó.

La situación se agrava por los desplazamientos. A diferencia del fútbol masculino, con estructuras de descanso más institucionalizadas en clubes y federaciones, en el ámbito femenino las jugadoras deben viajar más, descansar menos y adaptarse a distintos estilos de juego en muy poco tiempo.

La carga mental: el peso invisible

Millie Bright, habitual defensora del Chelsea, reconoció recientemente que prefirió ausentarse de la UEFA Euro 2025 por sentirse "mental y físicamente agotada". El desgaste psicológico ha sido una narrativa constante entre jugadoras que antes callaban por temor a parecer débiles o poco comprometidas.

Katie McCabe, estrella del Arsenal, también fue excluida de amistosos internacionales. Su técnico, Carla Ward, admitió: "Está al borde del burnout. Al igual que muchas otras".

Esta presión invisible conduce a casos preocupantes: trastornos de ansiedad, falta de concentración, insomnio e incluso ruptura repentina de carreras por colapsos mentales.

La paradoja del crecimiento: más torneos, ¿menos salud?

El nacimiento de nuevos torneos despierta entusiasmo... y riesgo. En 2024 surgió el World Sevens Football, un torneo 7 vs 7 en Portugal con ocho clubes profesionales (incluyendo Manchester City y Bayern Munich) y una bolsa de 5 millones de dólares. Una oportunidad para destacar, sí, pero que suma otro evento al ya abultado calendario.

La gran paradoja es que incluso federaciones y equipos interesados en profesionalizar el deporte, están contribuyendo a saturar a las jugadoras sin aplicar herramientas reales de protección como descansos obligatorios, topes de minutos o rotaciones planificadas.

El director deportivo de Inglaterra, Sarina Wiegman, ha llamado a la individualización de los calendarios: "Hay que medir cargas por cada jugadora; no todas cumplen los mismos perfiles ni soportan igual los acumulados".

Desigualdad global: la doble cara del fútbol femenino

Mientras ligas puedan permitirse plantillas amplias o invertir en medicina deportiva, federaciones de menor desarrollo carecen de medios básicos. En la reciente Copa América Femenina 2025, Bolivia, clasificada en el puesto 105 del ranking FIFA, solo jugó tres partidos de preparación en el año previo y presentó equipo con algunas jugadoras amateurs.

No se trata solo de sobrecarga: en algunos rincones del mundo, las futbolistas ni siquiera juegan lo suficiente para adquirir ritmo competitivo. La brecha se ensancha no solo en ingresos, sino en infraestructura y salud.

¿Una solución equilibrada?

Desde FIFPRO se insiste en establecer períodos obligatorios de descanso entre temporadas y torneos. Además, abogan por que los clubes y federaciones ajusten sus agendas en coordinación, y no de manera aislada.

Según un informe de la Women's Sport Foundation, el 70% de las futbolistas profesionales considera que sus cuerpos están siendo "llevados al límite innecesariamente" y un 56% han tenido lesiones graves en la última década que consideraron prevenibles.

El juego no existe sin las jugadoras

La presión comercial, los contratos televisivos y la demanda de fútbol de calidad elevada no deben eclipsar una verdad esencial: el fútbol vive y crece por y para las jugadoras.

Lo resume Alex Culvin: "Los stakeholders deben proteger a las jugadoras como nuestro activo más valioso. Sin ellas, simplemente no hay juego".

Si queremos que el fútbol femenino continúe su ascenso, necesitamos cuestionar el modelo actual. Más no siempre es mejor. Y a veces, el mayor gesto de desarrollo es simplemente ofrecer descanso.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press