Jerome Powell, Trump y una renovación millonaria que amenaza la seguridad de la Reserva Federal
Las tensiones entre la Casa Blanca y la Fed crecen en medio de una renovación de $2,500 millones, acusaciones políticas y una estructura arquitectónica rodeada de polémica
La Reserva Federal se transforma: más que cemento y mármol
En Washington D.C., entre el bullicio político y los movimientos del mercado financiero, se está fraguando uno de los proyectos más polémicos de la última década: la renovación total de los edificios que conforman la sede de la Reserva Federal de los Estados Unidos. La obra, valorada en $2.500 millones, no solo ha levantado polvo en sus cimientos, sino también tensiones entre el presidente Donald Trump y el presidente del organismo, Jerome Powell.
Esta no es una simple modernización. Se trata de una restauración profunda de dos edificios históricos que datan de los años 1930, cuya culminación está proyectada para el otoño de 2027. En medio de la inflación, las tasas de interés y los debates sobre la autonomía del banco central, este edificio se ha convertido en un símbolo de las luchas políticas contemporáneas que oscilan entre poder, gasto público y responsabilidad institucional.
Powell bajo fuego: cuando el mármol se convierte en munición política
Designado por Trump como presidente de la Reserva Federal en 2017, Jerome Powell ha defendido la independencia del organismo frente a las repetidas presiones del exmandatario para bajar las tasas de interés. Pero la tensión alcanzó un nuevo nivel cuando Trump sugirió que el presupuesto de la remodelación podría ser causa suficiente para despedir a Powell "por negligencia".
La Constitución y la interpretación de la Corte Suprema han consolidado la autonomía de la Fed, limitando el poder del presidente para remover a su presidente por razones políticas. Sin embargo, abrir una posible causa vinculada al "mal manejo de recursos" amenaza con socavar esa independencia ganada con décadas de neutralidad financiera.
“Vimos la protección de contrachapado... costó millones solo proteger por un tiempo”, declaró Trump tras visitar el sitio. “Yo lo habría hecho con más suavidad y sin gastar tanto dinero”, agregó en tono crítico.
Inside Fed: un recorrido que busca transparencia
Para contrarrestar la creciente narrativa de despilfarro, la Reserva Federal abrió por primera vez una de sus zonas más resguardadas: la obra de renovación. Vestido con casco, botas de construcción y un atuendo informal, un grupo de periodistas recorrió el caos organizado de la sede Marriner S. Eccles. Vigas, taladros, maquinaria pesada y cientos de trabajadores pintaban el cuadro de una obra titánica.
El objetivo del tour no fue otro que el de lanzar un mensaje: esto es más que una remodelación elegante. Según el personal, que optó por el anonimato, el proyecto incluye:
- Ventanas a prueba de explosiones acorde con estándares actuales de seguridad nacional.
- Sistemas HVAC y electrónicos de última generación para cumplir con normativas energéticas.
- Preservación histórica que exige mármol blanco en interiores, tal como lo determinó una comisión local donde participan varios exfuncionarios del propio gobierno de Trump.
Además, se trabaja diariamente con entre 700 y 800 obreros en dos turnos, y la congestión fue tal que incluso se cerró una calle adyacente para construir un túnel subterráneo que conectará ambos edificios.
¿VIP o accesibilidad? Lo que dicen los planos
Gran parte de las críticas políticas se han centrado en presuntos lujos: elevadores exclusivos para comedores VIP, terrazas en las azoteas y acabados costosos. La Fed respondió detallando que los elevadores buscan facilitar el acceso a personas con discapacidad, y que las terrazas han sido canceladas para evitar parecer amenities elitistas. En su lugar, se instalarán techos verdes diseñados para minimizar el consumo energético y amortiguar la escorrentía de lluvia.
En cuanto a los comedores de élite, el personal alegó que los supuestos VIP zones son salas de conferencias multifuncionales que ocasionalmente se utilizan para comidas durante eventos oficiales.
Un dilema estructural con raíces políticas
Desde los años 30, la sede de la Fed ha sido una colosal caja fuerte de política monetaria, símbolo de vigilancia financiera y estabilidad institucional. Pero el actual debate supera lo arquitectónico: es un reflejo de cómo el gasto público puede ser usado como arma política, especialmente en años electorales.
Senadores como Tim Scott, republicano por Carolina del Sur y presidente del Comité Bancario del Senado, también han condenado lo que consideran “extravagancias injustificadas”. Este panorama ha expuesto a la Fed no solo a presiones económicas, sino a un escrutinio público que se mueve entre lo técnico y lo ideológico.
¿Puede Powell ser despedido por esto?
Los expertos en derecho constitucional y economía coinciden: Trump tendría dificultades legales para despedir a Powell sin una razón formalmente válida. Pero el escenario no es del todo improbable. De hecho, la justificación legal de "negligencia o mala praxis" es lo suficientemente ambigua como para abrir una batalla judicial.
Según la propia Constitución de la Fed, el presidente del organismo está protegido por un mandato de 4 años precisamente para garantizar la toma de decisiones independientes respecto al poder ejecutivo. Sin embargo, ningún documento interno define con precisión qué constituye “causa justificada”.
Esto provoca un juego retórico de alta tensión: cada dólar gastado puede representar una bala política en la guerra entre Powell y Trump.
Una inversión a largo plazo
Independientemente de si las críticas son genuinas o se trata de una maniobra política, lo cierto es que esta renovación no es solo un gasto. La Fed estima que una vez concluido el proyecto, podrá consolidar a gran parte de sus 3.000 empleados en estos edificios, eliminando el costo de alquilar múltiples oficinas dispersas por la ciudad.
Se apunta también a que las infraestructuras estarán preparadas para enfrentar futuras amenazas, tecnológicas e incluso climáticas. El simple aislamiento acústico, la eficiencia energética de los cristales y el enfoque en accesibilidad universal muestran que el objetivo de esta obra va más allá de lo estético.
Trump rebaja el tono (por ahora)
Curiosamente, tras su propio recorrido por el sitio de construcción, el presidente Trump publicó un mensaje más conciliador en su red Truth Social: “El sobrecosto es sustancial, pero nuestro país está yendo tan bien que puede permitirse incluso este edificio”.
No obstante, la tranquilidad parece ser temporal. Si Powell no cede en sus decisiones de política monetaria —como por ejemplo, una esperada reducción de tasas en septiembre—, bien podríamos volver a tener un debate donde el cemento del edificio se mezcle con la pólvora electoral.
¿El precio de la autonomía?
Este caso marca un precedente peligroso. Si el precio de blindar la independencia financiera del país depende de lo que cueste remodelar una sede, entonces podríamos decir que la arquitectura se ha convertido en campo de batalla institucional.
La historia de la Fed es una de resistencia ante las presiones del poder ejecutivo. Desde Paul Volcker en los años 80 hasta Alan Greenspan y Ben Bernanke, todos los presidentes de la Reserva han lidiado con los deseos presidenciales. Pero en este nuevo capítulo, la lucha no es solo por las tasas, sino por los muros donde se toman esas decisiones.