Ópera, historia y revolución sonora: el regreso de Verdi original con Teatro Nuovo
Will Crutchfield y su compañía devuelven ‘Macbeth’ y otras joyas del bel canto a su esencia del siglo XIX con instrumentos de época y escenarios históricos
Un viaje musical al pasado
En una era dominada por la tecnología y las reinterpretaciones modernas, la ópera puede parecer un arte hermético o lejano. Sin embargo, Will Crutchfield y Teatro Nuovo lo han transformado en una aventura arqueológica sonora. Al presentar versiones originales de obras como “Macbeth” de Giuseppe Verdi utilizando instrumentos y técnicas del siglo XIX, este grupo musical no solo devuelve al público la esencia de estas composiciones, sino que también reescribe cómo percibimos la historia de la música operística.
¿Quién es Will Crutchfield?
Crutchfield, de 68 años, no es ajeno al mundo lírico. En los años 80 fue crítico musical del New York Times y un estudioso obsesionado con grabaciones históricas. Esta pasión lo llevó a fundar Bel Canto en Caramoor en 1997 y, dos décadas más tarde, a crear Teatro Nuovo en 2018, donde ejerce como director general y artístico.
“Me di cuenta de que lo que consideramos tradición operística hoy es, en realidad, herencia de los años 50. La forma en que se hacía ópera en 1900 era radicalmente distinta”, comenta Crutchfield.
La misión: viajar sonoramente al siglo XIX
La reciente producción de Macbeth presentada por Teatro Nuovo en el Alexander Kasser Theater de la Universidad Estatal de Montclair (Nueva Jersey) y en el New York City Center no fue cualquier adaptación. Se trató de la versión original de 1847, antes de que Verdi revisara la obra para el público parisino en 1865.
Utilizando la edición crítica de la Universidad de Chicago y Casa Ricordi, el equipo dirigido por Jakob Lehmann nos presentó arias que muchas veces fueron suprimidas en versiones posteriores, como “Trionfai! Securi alfine”, interpretada magistralmente por la soprano Alexandra Loutsion.
Instrumentos del pasado, emociones del presente
En palabras de la cellista Hilary Metzger, tocar estos instrumentos es como revivir la arquitectura sonora de otra era. “No puedes comparar una catedral gótica con un edificio moderno de vidrio; esa es la diferencia entre los instrumentos antiguos y los actuales”, señala.
- Violonchelos con cuerdas de tripa en lugar de metal.
- Contrabajos de tres cuerdas, como en el siglo XIX.
- Maderas fabricadas totalmente en madera, sin mecanismos modernos.
- Instrumentos de aliento sin válvulas.
“La oboe y el corno inglés suenan más tristes, más expresivos. Los compositores escribían especialmente para esos timbres”, dice Derrick Goff, maestro de coro.
Una nueva forma de ver a Verdi
Giuseppe Verdi, aunque reconocido por su estilo más maduro y cercano a la tradición romántica, fue un hijo legítimo del bel canto. Nacido en 1813, fue contemporáneo de Rossini, Donizetti y Bellini. Su “primer Verdi” tiene más en común con el espíritu ágil y decorativo del bel canto que con las densidades de Otello o Falstaff.
“Solo creemos que pertenece a otra era porque componía en su vejez”, explica Crutchfield. Macbeth, su primera incursión en Shakespeare, es uno de estos ejemplos de transición estilística: mezcla arias coloratura con una potencia dramática que anticipa sus grandes obras maestras.
Montaje fiel hasta en el posicionamiento orquestal
Una cosa es tocar los instrumentos del pasado. Pero Crutchfield va más allá: también recupera la disposición física de la orquesta del siglo XIX.
En lugar del semicírculo habitual de hoy:
- Los primeros violines se colocan dando la espalda al público.
- Los segundos violines se posicionan frente a ellos.
- Los contrabajos y metales se dividen a cada lado, flanqueando a las maderas.
Según Metzger, esto respondía a dinámicas pedagógicas: los primeros violines eran tutores de los segundos. Y Crutchfield adoptó este modelo siguiendo documentos del Teatro San Carlo de Nápoles.
Una ópera que también es educación
El impacto de Teatro Nuovo va más allá del espectáculo. Ellos forman intérpretes: todos los artistas reciben entrenamiento para cantar y tocar según las técnicas del siglo XIX. Desde los gestos hasta las cadencias musicales, todo está meticulosamente planificado.
“Salgo de aquí con una nueva paleta de colores”, confiesa la soprano Loutsion. “Pudimos explorar, ser unos nerds de la ópera por completo, y eso fue maravilloso.”
Economía cultural: ¿cómo sobrevive Teatro Nuovo?
El proyecto es ambicioso... y costoso. Según Cindy Marino, gerente general, dos funciones de Macbeth y otras dos de La Sonnambula costaron 1,4 millones de dólares. Sin embargo, los ingresos por taquilla solo cubrieron 160,000. El resto proviene de donaciones privadas.
“Claro que quisiéramos un coro mayor, una orquesta más grande”, admite Marino. “Pero tenemos que ser prudentes con nuestro crecimiento.”
Teatro Nuovo como vanguardia
Paradójicamente, lo más revolucionario que se puede hacer hoy en la ópera es regresar al origen. Teatro Nuovo no es un simple esfuerzo “vintage”; es una apuesta por reevaluar qué consideramos auténtico. En un mundo plagado de aceleración tecnológica y sobreproducción sonora, escuchar a Verdi como lo oyeron sus contemporáneos desacelera el tiempo y restaura el alma del arte.
Crutchfield lo resume mejor que nadie: “Si te preguntas cómo sonaba Verdi en 1880, inevitablemente te preguntas cómo sonaba en 1860. Y eso abre un universo de investigación, emoción e interpretación que transforma lo que creíamos saber.”
¿Qué sigue para Teatro Nuovo?
El ciclo de redescubrimiento continúa. Con críticas entusiastas, apoyo del público y cada vez más músicos deseando incorporar estas técnicas históricas, Teatro Nuovo se posiciona como una de las compañías operísticas más reveladoras del siglo XXI.
Para los interesados, la próxima producción incluirá obras menos conocidas de Bellini y un programa académico abierto al público en Nueva York, donde se profundizará en la historia, análisis musical y presentación de manuscritos originales.
Así, mientras otras casas operísticas buscan nuevos públicos con montajes teatrales o fusiones electrónicas, Teatro Nuovo camina con firmeza al pasado para reinventar el presente de la ópera.