Río Tijuana: una herida abierta entre México y EE. UU. que por fin comienza a cerrarse
Tras décadas de contaminación binacional, ambos países firman un nuevo acuerdo para sanear una crisis ambiental y de salud que ha impactado a miles en California y Baja California
Una crisis transfronteriza que lleva décadas
Desde hace más de 30 años, el Río Tijuana ha sido sinónimo de contaminación, negligencia institucional y frustración ciudadana. Este afluente, que nace en México y cruza a Estados Unidos, cargando aguas residuales, químicos industriales y basura, ha enfermado a bañistas, surfers, niños escolares y agentes de la patrulla fronteriza. Sus efectos han afectado os puntos costeros de California y, en especial, las playas de San Diego.
La situación llegó a un nuevo punto crítico esta semana, pero con un giro esperanzador: el gobierno de México y el de Estados Unidos firmaron un acuerdo histórico para atacar —con plazos y acciones concretas— esta emergencia ecológica compartida. Y es que desde 2018, se han vertido más de 100 mil millones de galones de aguas negras dentro de este ecosistema binacional, según datos de la Environmental Protection Agency (EPA).
¿Por qué el río está tan contaminado?
El crecimiento poblacional explosivo de Tijuana —que hoy supera los 2 millones de habitantes—, sumado al deterioro de sus plantas de tratamiento y a la expansión de miles de fábricas maquiladoras, ha generado una presión ambiental sin precedentes. A medida que estas fuentes generan residuos industriales y urbanos, el sistema de saneamiento colapsa, y los desechos terminan fluyendo sin tratamiento hasta el océano Pacífico, afectando playas muy frecuentadas como Imperial Beach y las costas del condado de San Diego.
El problema, sin embargo, no es nuevo. Viene de décadas atrás y ha sido motivo de roces diplomáticos, protestas ciudadanas, demandas legales y promesas incumplidas. Se han invertido millones de dólares —más de $653 millones USD solo desde 2020— y aún así, los resultados han sido lentos o inexistentes.
Nuevo acuerdo, ¿nuevo capítulo?
El nuevo memorando de entendimiento, firmado el 24 de julio de 2025, entre la EPA de Estados Unidos y la Secretaría del Medio Ambiente de México, establece una ruta tangible y con plazos para comenzar la remediación del río. México se ha comprometido a invertir 93 millones de dólares en infraestructura crítica, completando proyectos prioritarios hasta 2027. Por su parte, Estados Unidos finalizará el próximo mes la expansión de la planta de tratamiento de aguas en South Bay.
La funcionaria mexicana Alicia Bárcena destacó el compromiso político renovado: “Hay una gran voluntad de cooperación entre ambos países que no veíamos en años anteriores”. Esta afirmación fue respaldada por el director de la EPA, Lee Zeldin, quien relató su visita a la zona: “Sentí el hedor que muchos residentes deben respirar a diario… Visité playas cerradas, escuché a los Navy Seals contar cómo sus entrenamientos se ven afectados. Fue una experiencia transformadora”.
La salud como principal víctima
Quizás uno de los aspectos menos visibilizados ha sido la salud. No solo se trata de contaminación marina, sino de una nube invisible de partículas que afecta a quienes ni siquiera entran al agua. “El agua se evapora, forma espuma, y lleva partículas tóxicas al aire que todos respiramos”, señalan científicos del Scripps Institution of Oceanography.
Esto ha generado enfermedades respiratorias, infecciones y enfermedades gastrointestinales, afectando particularmente a niños, adultos mayores y personal expuesto como socorristas, maestros y militares.
Playa cerrada: la nueva normalidad
En los últimos cuatro años, algunas playas del sur de California han estado cerradas más del 60% del tiempo, según el condado de San Diego. Este año, más de 200 días de cierre se han registrado, principalmente en Imperial Beach y Playas de Tijuana. El impacto económico para restaurantes, hoteles y compañías de deportes acuáticos es incuestionable.
“Las comunidades a lo largo del Río Tijuana han sufrido esta crisis de salud pública por demasiado tiempo”, subraya Kristan Culbert, subdirectora de American Rivers.
Una urgencia ambiental y social en la era Sheinbaum
Este acuerdo representa también una prueba para el nuevo mandato de Claudia Sheinbaum como presidenta de México. Con formación científica y experiencia como jefa de gobierno de la Ciudad de México, Sheinbaum parece decidida a usar la técnica y la cooperación para solucionar problemas estructurales. “Vamos a expandir las plantas de tratamiento actuales y construir nuevas que eviten que las aguas lleguen al océano”, dijo en su comparecencia pública.
Sheinbaum recalcó que se aspira a reformar todo el sistema de saneamiento metropolitano de Tijuana y que este proceso no puede ser unilateral: “Estados Unidos también debe hacer inversiones importantes en este ecosistema compartido”, enfatizó.
Detalles del acuerdo
- 🚰 México desviará 10 millones de galones diarios de aguas tratadas fuera de la costa.
- 🏗 Se modernizarán las plantas que reciben aguas negras en San Antonio de los Buenos y Punta Bandera.
- 📅 Cronograma fijado hasta 2027 para cumplimiento de hitos prioritarios.
- 💵 Más de $200 millones adicionales de EE. UU. serán gestionados para mantenimiento y expansión de infraestructura compartida.
¿Fin o nuevo comienzo?
La pregunta que queda en el aire es si este acuerdo realmente marcará el fin de una pesadilla ambiental o si caerá en el mismo saco de promesas inconclusas que ha llenado el historial de los últimos 30 años. Hay razones para el escepticismo, pero también nuevos vientos políticos que permiten cierto optimismo.
“Ahora sí hay una hoja de ruta, un calendario. Tenemos a ambos países apuntando en la misma dirección”, explicó Zeldin al término de su intervención. Mientras tanto, en las comunidades fronterizas, el anhelo es claro: volver a respirar aire limpio, disfrutar del mar sin miedo y cerrar la página de una injusticia ambiental que ha durado demasiado tiempo.
Crónica de una lucha comunitaria
Mucho del impulso que llevó a este acuerdo proviene del activismo comunitario. Organizaciones como Surfrider Foundation, grupos ecologistas locales y líderes vecinales han presionado sin cesar a congresistas y autoridades de ambos lados de la frontera. Incluso han recurrido a los medios internacionales para denunciar lo que han llamado un “Chernóbil marino”.
Su labor podría representar ahora no solo una victoria ambiental, sino una lección para otras regiones del mundo con ríos transfronterizos contaminados: cuando la comunidad se organiza, la política reacciona.
La limpieza definitiva del río Tijuana es aún una obra en construcción. Pero por primera vez en muchos años, no parece una utopía.