Trump vs. Powell: una disputa de $600 millones y algo más que cemento
El exmandatario y el presidente de la Reserva Federal protagonizan un tenso cruce sobre obras, cifras y poder en pleno corazón financiero de Estados Unidos
Washington, D.C. — Lo que parecía una simple visita presidencial a una obra en construcción terminó convirtiéndose en un nuevo episodio del prolongado enfrentamiento entre el expresidente Donald Trump y el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. Esta vez, el escenario fue el icónico edificio de la Fed, aún cubierto con paneles de madera por su renovación, pero el verdadero conflicto no residía en el yeso y acero, sino en los números y el poder.
Una cifra cuestionada en directo
Donald Trump, fiel a su estilo directo y provocador, acusó públicamente a la Reserva Federal de incurrir en un supuesto gasto excesivo por $3.1 mil millones en la renovación de su sede central. El hecho no sería llamativo si no fuera porque Powell lo desmintió en ese mismo instante, en vivo y frente a cámaras con ambos usando cascos de seguridad.
"It looks like it's about $3.1 billion, went up a little bit or a lot", dijo Trump mientras sacaba una hoja de papel de su saco. Powell, ni corto ni perezoso, replicó: "I'm not aware of that, Mr. President", y luego, al revisar los números, señaló, entre ceja alzada e incredulidad: "You just added in a third building is what that is".
¿Falla de comunicación o estrategia política?
Según cifras oficiales proporcionadas anteriormente por la propia Reserva Federal, el costo inicial del proyecto era de $1.9 mil millones, pero fue ajustado a $2.5 mil millones debido a costos imprevistos y cambios logísticos. Trump, sin embargo, incluyó en su cálculo un edificio adicional que fue renovado hace cinco años, según confirmó Powell.
Esto añadió un componente de desinformación – intencional o no – a la acusación del expresidente, algo que ha caracterizado muchos de sus desencuentros con agencias e instituciones federales. La Casa Blanca, representada por James Blair, insistió en que Powell estaba "splitting hairs", minimizando la discusión técnica sobre un desvío millonario en los costos.
¿600 millones de dólares en juego por una confusión? Aunque parezca minimalista en comparación con cifras macroeconómicas, ese "pequeño" error en realidad representa lo que costaría, por ejemplo, construir un nuevo hospital regional o modernizar una red de transporte público en una ciudad mediana.
Un choque de estilos, una lucha por el poder
No es la primera vez que Trump y Powell se ensarzan en una disputa pública. Desde que Powell asumió la jefatura de la Fed en 2018 (nombrado por el propio Trump), ambos han mantenido una relación tensa. Trump lo ha acusado en múltiples ocasiones de ser “demasiado lento” en los recortes de tasas de interés y de no apoyar adecuadamente sus políticas económicas.
Powell, quien ha afirmado en más de una ocasión que la Fed es una institución independiente, ha evitado responder directamente las provocaciones del entonces presidente, optando por mensajes más técnicos y moderados. Pero la visita al edificio de la Reserva Federal ha dejado claro que también puede plantarse con datos y firmeza.
La lucha por la independencia de la Fed
Más allá del incidente puntual, este choque verbal refleja un problema mucho más profundo: la presión política sobre las instituciones económicas independientes. Desde mediados del siglo XX, la Reserva Federal ha operado con independencia operativa para preservar la estabilidad económica sin injerencias del Ejecutivo, una práctica apoyada por republicanos y demócratas… hasta Trump.
Según el historiador económico Allan Meltzer, uno de los principios clave para evitar hiperinflación y ciclos de recesión profundos ha sido precisamente mantener la política monetaria lejos de los vaivenes de las encuestas y campañas electorales. Sin embargo, Trump ha buscado constantemente ejercer presión para que la Fed reduzca las tasas de interés y alimente así un crecimiento artificial de corto plazo.
En uno de sus tuits más virales de 2019, Trump se refirió a Powell como un "enemigo económico" comparándolo desfavorablemente incluso con el líder chino Xi Jinping. Una comparación tan inusual como peligrosa.
Una visita que fue todo menos simbólica
El recorrido por la sede de la Fed fue presentado inicialmente como un acto protocolar y de seguimiento a las obras, pero terminó siendo una herramienta de presión más en la caja de herramientas políticas de Trump. Mediante una performance cuidadosamente preparada para los medios —con documentos en el bolsillo, frases ensayadas y cámaras listas— el exmandatario buscó, nuevamente, erosionar la credibilidad de Powell y, con ello, la de la propia Reserva Federal.
Y aunque muchos sectores económicos han descartado ya los ataques de Trump como parte de su retórica habitual, la reiteración de estos actos podría tener consecuencias a largo plazo en la percepción del público sobre el rol imparcial del organismo.
Powell, la economía y la paciencia estratégica
En un momento en el que la economía estadounidense muestra signos de recuperación moderada tras la pandemia, Powell ha insistido en la importancia de mantener una política monetaria paciente y basada en cifras, no en impulsos.
“Podemos darnos el lujo de esperar”, dijo en julio en respuesta indirecta a críticas sobre la lentitud en ajustes de tasas. El contexto actual, según Powell, exige cautela debido a los efectos impredecibles de medidas como los aranceles y tensiones comerciales impulsadas por la administración anterior.
Más que una remodelación: una disputa sobre narrativa
Aunque a simple vista solo parezca una diferencia sobre el costo de una obra pública, el enfrentamiento entre Trump y Powell representa mucho más: la pugna sobre quién controla la narrativa económica de EE.UU., y cómo se construye la percepción del éxito o fracaso de las políticas en curso.
No se trata solo de si la Fed se excedió o no en los gastos. Se trata de si una institución diseñada para proteger la economía puede resistir las presiones del populismo político sin perder su legitimidad ante el ojo público.
Y en ese terreno, cada cifra mal dicha, cada contradicción en directo y cada “tercer edificio” que aparece de la nada, se convierte en munición en una batalla por el poder económico del país más influyente del planeta.
Estamos, quizá, ante la arquitectura de un conflicto mayor donde los ladrillos, el concreto y los cascos de seguridad no bastan para proteger lo que de verdad se está construyendo o demoliendo: la integridad institucional.