Grecia en llamas: El verano infernal que evidencia la nueva normalidad climática

Olas de calor extremas, incendios forestales fuera de control y un futuro ambiental que exige respuestas urgentes

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Por: Redacción Mundo — Grecia está enfrentando uno de los veranos más devastadores de los últimos años: incendios forestales de gran magnitud azotan varias regiones del país, impulsados por temperaturas que superan los 38 °C, condiciones secas persistentes y fuertes vientos, en lo que ya se perfila como una amenaza sistémica recurrente del cambio climático.

El fuego avanza hacia Atenas: una emergencia nacional

Este sábado, las autoridades griegas emitieron órdenes de evacuación para los habitantes de Kryoneri, un suburbio ubicado a tan solo 20 kilómetros al noreste de Atenas, la capital del país. De acuerdo con Vassilis Vathrakoyannis, portavoz del cuerpo de bomberos, más de 145 bomberos, 44 camiones cisterna y movilización aérea con 10 aviones y 7 helicópteros están luchando contra las llamas que ya han alcanzado zonas residenciales.

“Las verdaderas dificultades están por venir”, alertó Vathrakoyannis, quien también confirmó que Grecia solicitó seis aviones adicionales al Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea.

Un país bajo asedio: incendios múltiples en islas clave

Mientras Kryoneri arde, otros tres grandes incendios están activos en Creta, Evia y Kythera, requiriendo la intervención de al menos 335 bomberos, 19 aviones y 13 helicópteros en jornadas intensivas que solo pueden realizarse con luz diurna.

En total, el país registró 52 incendios forestales nuevos en las últimas 24 horas. Un número abrumador considerando que se trata de un fenómeno que ha dejado de ser excepcional para convertirse en habitual.

Olas de calor: la nueva catástrofe silenciosa

Las condiciones que alimentan estos incendios no son nuevas. Según el Servicio Meteorológico Nacional de Grecia, las temperaturas han excedido los 38 °C en muchas regiones, con algunas áreas superando los 40 °C. Estas olas de calor no solo afectan al sur de Europa, sino que también han tenido impacto global. El sureste de Estados Unidos y países como Irán han registrado temperaturas similares e incluso la suspensión de actividades por el calor extremo.

Un informe publicado por el Servicio de Cambio Climático Copernicus reveló que julio de 2023 fue el mes más caluroso registrado en la historia moderna, una tendencia que amenaza con repetirse o superarse este 2025. La combinación de calor extremo, sequía y vientos convierte a regiones como la Península Balcánica en verdaderos puntos críticos de incendios.

Caminar entre cenizas: el impacto humano inmediato

Los efectos de estos incendios van mucho más allá del daño ecológico. Al menos cinco personas, la mayoría ancianos, han requerido hospitalización debido a problemas respiratorios causados por el humo. Decenas de casas, según imágenes compartidas por los medios griegos, han sido devoradas por las llamas en Kryoneri.

La movilización ha sido masiva, pero insuficiente. Las autoridades han activado sistemas de mensajes SMS a los móviles de los residentes para alertarles cuándo evacuar, una herramienta potente pero que también evidencia lo crítico de la situación.

Cuando el verano se convierte en infierno: antecedentes recientes

No es la primera vez que Grecia enfrenta esta nueva normalidad. En el verano del 2021, incendios similares devastaron Evia y otras regiones, arrasando con más de 120,000 hectáreas de bosques, cultivos y propiedades. Entonces, la comunidad internacional respondió con solidaridad, enviando equipo y personal; sin embargo, dos años después, el escenario se repite con escalada preocupante.

Según datos del sistema europeo EFFIS (European Forest Fire Information System), en 2022 Grecia registró casi el doble del promedio histórico de superficie quemada. El verano 2025 parece tomar el mismo curso, reforzando las advertencias de los climatólogos sobre un Mediterráneo cada vez más vulnerable al colapso climático.

Una crisis compartida: el sur global en llamas

La experiencia griega es reflejo de una tendencia más amplia. Desde España y Portugal hasta Chile, Australia y Canadá, el fuego se está convirtiendo en el protagonista trágico del siglo XXI. Entre 2000 y 2020, se duplicó el número de incendios forestales extremos en el mundo, según un informe de Naciones Unidas.

Los incendios no solamente destruyen naturaleza y propiedades, sino que emiten millones de toneladas de CO₂, alimentando un circuito vicioso de retroalimentación climática. A ello se suma la contaminación atmosférica por partículas, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha causado más de 339,000 muertes prematuras anualmente por exposición prolongada al humo de incendios.

¿Qué está haciendo Grecia contra el fuego?

Aunque se están incrementando los recursos disponibles y se ha mejorado el sistema de alertas tempranas, los expertos y ambientalistas consideran que las políticas de prevención siguen siendo insuficientes. Gran parte del presupuesto para incendios se destina a la extinción y no a la preparación o reforestación.

Además, el urbanismo desorganizado en zonas forestales, la proliferación de edificaciones sin planificación y la falta de limpiezas regulares aumentan el riesgo y la dificultad del combate al fuego.

Una llamada urgente a rediseñar el futuro

La experiencia griega, combinada con patrones similares en otras regiones del mundo, nos deja un mensaje claro: el cambio climático no es un fenómeno futuro, es hoy. Sus efectos están sucediendo y afectan cada aspecto de la vida humana, desde la seguridad hasta la salud y la economía.

Como ciudadanos y como comunidad global, urge replantearse desde las políticas públicas hasta hábitos individuales: ¿qué combustibles usamos? ¿Cómo construimos nuestras ciudades? ¿Qué alimentos consumimos?

Como escribió el ecólogo griego Costis Stephanides durante los incendios del 2021: “Cada ceniza en nuestra piel lleva una historia de negligencia, pero también una oportunidad de cambio”.

¿Estamos preparados para un mundo más ardiente?

Mientras Grecia apaga fuegos con todos sus recursos disponibles y la ciudadanía intenta salvar lo que puede, lo cierto es que la pregunta sigue siendo tan urgente como desafiante: ¿Estamos listos para coexistir con un clima cada vez más desestabilizado?

El verano aún no termina, el clima no da tregua, pero la historia se escribe ahora. Ya no es tiempo de advertencias, sino de decisiones valientes sobre cómo queremos vivir en un planeta cada vez más cercano al colapso ambiental.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press